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Oscar 2021: Crónica de una atípica entrega de premios en busca de reinvención

La edición número 93 de los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, celebrada el día de ayer 25 de abril del 2021, fue la culminación de una temporada de galardones sumamente atípica debido a los estragos de la pandemia en la industria cinematográfica de Hollywood. No obstante, la organización aprovechó el constante clima de cambio para montar una histórica velada con un toque más íntimo que seguramente recordaremos en años venideros no solo por las inusuales circunstancias en las que ésta se llevó a cabo, sino también por su espíritu implacable de romper con los moldes de una ceremonia acusada de tradicionalista y anticuada por las nuevas generaciones de amantes del cine.

Steven Soderbergh (Traffic, Erin Brockovich) encabezó el equipo de productores, quienes lograron una hazaña que parecía casi imposible: reunir a más de un centenar de asistentes, provenientes de todas partes del mundo, para festejar y reconocer – en persona – la increíble labor de realizadores y actores encargados de brindar entretenimiento durante uno de los años más oscuros y difíciles. Para ello, la ceremonia fue trasladada del Teatro Dolby, sede oficial de los premios Oscar, al Union Station, una estación de trenes situada también en la ciudad de Los Angeles, cuya infraestructura permitió maniobrar una mejor logística y acatar los protocolos de seguridad y salubridad establecidos por las autoridades.

Desde el plano inicial en el que vemos a la recién ganadora del premio Oscar Regina King desplazarse por el vestíbulo del recinto hasta el escenario principal, cual si fuera una secuencia de Ocean’s Eleven, el estilo de Soderbergh se hace presente de inmediato. Y aunque el resto de la emisión transcurre sin contratiempos (a diferencia de los Golden Globes que estuvieron plagados de errores técnicos), ésta va perdiendo agilidad ante la falta de un conductor, la ausencia de humor, y un anti-climático desenlace que opaca sus buenas intenciones.

Este año, la ceremonia fue más austera y sencilla que de costumbre, algo que se agradece considerando los tiempos en que vivimos. De haber sido una fiesta con el usual toque de glamor y despilfarro, Hollywood hubiera mandado el mensaje equivocado al público. Sin embargo, al utilizar su presupuesto en pruebas anti COVID-19 y equipo de protección, en lugar de diamantes y extravagantes montajes con números musicales, la Academia demuestra que están a tono con la situación que se vive alrededor del mundo. Asimismo, al hacer el festejo más accesible e íntimo, remueven esa fachada de auto-complacencia que suele caracterizar a las celebridades que asisten al magno evento.

La gran triunfadora de la noche fue Nomadland, la producción de Searchlight Pictures que se llevó a casa los trofeos a Mejor Película, Mejor Director para Chloé Zhao y Mejor Actriz Protagónica para Frances McDormand quien, con este galardón, suma un total de tres estatuillas doradas a lo largo de su carrera. Zhao hizo historia al convertirse en la segunda mujer en obtener el reconocimiento por su labor como directora de cine, siguiendo los pasos de Kathryn Bigelow quien ganó hace una década por The Hurt Locker.

Netflix obtuvo un total de 7 estatuillas, el mayor número para cualquier estudio este año. Sin embargo, el streamer brilló por su ausencia en las categorías principales, dejando en claro la preferencia de la Academia por reconocer el trabajo de los estudios y distribuidores cinematográficos tradicionales ante las dificultades enfrentadas durante el 2020. Un mensaje que si bien es justificable, pone en evidencia el sentimiento generalizado del organismo con respecto al contenido producido para un medio de streaming. Sobre todo después de un año en el que la mayoría de sus miembros consumieron contenido de plataformas como Netflix y Amazon Prime Video.

La ceremonia transcurrió sin muchas sorpresas o tropiezos. No obstante, «el golpe maestro» de Soderbergh, el acto final, fue un tremendo desliz que no resultó tal y como esperaban. Rompiendo con la tradición de otorgar el premio a Mejor Película al final de la emisión, lo cual agradezco, ya que por lo general ABC quiere terminar la ceremonia lo más pronto posible y apresuran a los ganadores para acabar su discurso, la edición 93 decidió concluir en esta ocasión con la categoría de Mejor Actor Protagónico, esperando que el triunfo de Chadwick Boseman por Ma Rainey’s Black Bottom fuera un momento histórico y emotivo. Lo que no tenían contemplado era que Anthony Hopkins se llevaría la estatuilla por su excelente interpretación en The Father, y que éste no estaría presente en Londres para recibir el galardón. El presentador, Joaquin Phoenix, acepta el premio en nombre de Hopkins y ante la ausencia de un conductor, la ceremonia de más de 3 horas de duración tiene un final abrupto que nos dejó sumamente confundidos.

A pesar del toque de intimidad durante la velada, hicieron falta momentos de humor y espontaneidad que energizaran al público tanto en Union Station como en casa. Este año hubo menos presentadores que de costumbre, pero nos extrañó que no incluyeran a más comediantes. Los breves instantes de comicidad se los debemos a Harrison Ford, mientras lee las hilarantes notas de edición de Blade Runner, y Glenn Close, quien baila al ritmo de Da Butt en un segmento de trivia musical (claramente planeado) conducido por Questlove, el DJ de la ceremonia, y el presentador Lil Rel Howery.

Sin una orquesta presente, la mayoría de los ganadores no tuvo que lidiar con la irritante música que les recordara que era tiempo de abandonar el escenario. Eso hizo que algunos discursos fueran largos y aburridos, pero también dio lugar a momentos más genuinos que usualmente no tienen cabida en el formato tradicional de los premios Oscar. Uno de los mejores discursos fue el de Thomas Vinterberg, el director de Another Round, tras recibir el premio a Mejor Película Internacional. El aclamado realizador danés rompió en llanto al compartir la emotiva anécdota de su hija, quien falleció durante el rodaje del filme y a quien dedicó el triunfo. Por su parte, Yuh-Jung Youn, ganadora a Mejor Actriz de Reparto por su papel en Minari, conquistó con su simpático discurso de aceptación en el que flirteó con Brad Pitt, agradeció a sus hijos, y bromeó al asegurar que su triunfo era un símbolo de la hospitalidad de los norteamericanos.

No todos los riesgos tomados por los productores de los premios Oscar fueron efectivos. Considerando que gran parte del público en casa no ha visto cada una de las producciones nominadas, la ausencia de montajes para introducir las categorías fue un terrible desacierto. Esta hubiera sido la oportunidad perfecta para que la gente que no haya visto cintas como Pinocchio, Mank o Emma, por ejemplo, tuvieran un breve acercamiento al trabajo de maquillaje, diseño de producción y vestuario, respectivamente. El mayor tropiezo, sin duda, fue el segmento de In Memoriam, cuya caótica edición dejó a más de uno con dolor de cabeza.

Tomando en cuenta las dificultades para montar un evento de tal magnitud en tiempos de pandemia, se agradece el esfuerzo de la Academia por traer un poco de normalidad ante la situación actual. La mayoría de los premios fueron bien merecidos y fuimos testigos de varios triunfos históricos. La producción tomó riesgos que si bien no funcionaron en su totalidad, al menos tuvieron el valor de experimentar y reinventar un poco la fórmula tan gastada de la ceremonia. Creo que hay varias lecciones por aprender, y otras más que esperemos sean parte de un nuevo formato, adaptado a los estándares de las nuevas generaciones.

La lista completa de ganadores la pueden consultar en este enlace.

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