Undine y su novio Johannes han acordado encontrarse en un pequeño café ubicado en la capital alemana para discutir sobre el futuro de su relación sentimental. Él ha conocido a otra mujer, de quien se ha enamorado perdidamente, por lo que su rompimiento es algo inevitable. «Si te vas, tendré que matarte. Lo sabes», le dice Undine en tono serio y tajante a su ahora ex-pareja. Una amenaza que pronto se convertirá en una maldición para la joven historiadora, quien deambula por las calles de Berlín en busca de un amor eterno y verdadero.
Sus plegarias son concedidas tras un encuentro fortuito con Christoph, un buzo industrial que repara las tuberías averiadas al fondo de los ríos y canales de la ciudad, en la misma cafetería donde su relación previa llegó a su fin. Y aunque la atracción física es instantánea, su corazón aún no ha logrado superar del todo la ruptura con quien creyó era el amor de su vida. Sin embargo, cuando una serie de extraños sucesos de carácter casi fantástico comienzan a presagiar el destino del noviazgo, la protagonista se verá obligada a tomar una drástica decisión con tal de evitar que los errores de su pasado repercutan en el bienestar de su nuevo enamorado.
En Undine, el aclamado realizador alemán Christian Petzold (Transit, Phoenix) retoma una historia clásica, tan vieja como Berlín, y la reinventa de la misma manera en que la ciudad ha ido transformándose con el paso de los años y tras los embates de múltiples guerras. Undine es una figura de la mitología griega, una ninfa acuática que anhela tener un alma humana, y que en la literatura teutona fue popularizada a través de la obra homónima del autor Friedrich de la Motte Fouqué. Un romance salpicado en misticismo y tragedia que solamente alguien como Petzold podría hacer funcionar, y que al mismo tiempo sirve como punto de reflexión sobre la historia e identidad del país europeo.
Paula Beer es extraordinaria como Undine, un personaje cuya naturaleza es todo un misterio a lo largo del metraje. Su presencia casi etérea es un testamento a la intención de conectar los vestigios del pasado con la modernidad. De observar la transformación, pero también el aferre a lo clásico, a las tradiciones de una nación que, como hemos visto en los trabajos previos del director, pareciera continuar en busca de su identidad. «El progreso es imposible», expresa el personaje principal, en referencia a la construcción de nuevos edificios que rinden homenaje a aquellos destruidos en las guerras, aunque ahora con un giro distinto. Beer realiza una gran mancuerna junto a Franz Rogowski, con quien compartió créditos en Transit, y quien interpreta al eterno enamorado de la enigmática protagonista, víctima de una maldición milenaria que solamente ella es capaz de romper.
Con su usual proeza técnica y narrativa, un sublime trabajo de fotografía, y un repertorio musical que va de Bach a Staying Alive de los Bee Gees, nuevamente contrastando lo clásico con lo moderno, Petzold nos sumerge en Undine en un esotérico universo para desarrollar un drama romántico que si bien es fiel a su característico estilo, termina por apartarse un poco de la sobriedad de sus filmes previos para explorar la intersección entre pasado y presente a través de un relato lleno de magia y fantasía, donde los personajes de populares leyendas de antaño aún rondan por las calles de la Alemania actual y son parte fundamental de la esencia de la ciudad y sus habitantes.
Calificación: *** 1/2
Título original: Undine (Ondina: Un Amor para Siempre)
Año: 2020
País: Alemania, Francia
Dirige: Christian Petzold
Con: Paula Beer, Franz Rogowski, Jacob Matschenz y Maryam Zaree