Conocido en Argentina como El Angel de la Muerte, Carlos Eduardo Robledo Puch es una controversial figura criminal en el país sudamericano. A sus veinte años de edad, el joven ya había logrado conmocionar a la sociedad entera gracias a la barbarie de sus actos. Su apodo se debe principalmente a su apariencia angelical. Sin embargo, detrás de su cabellera rubia llena de rizos y de sus ojos de color, se escondía la mente de un asesino en serie responsable de al menos una decena de homicidios.
El director Luis Ortega es el responsable de llevar la historia de este popular personaje a la pantalla grande a través de la cinta El Angel. Su paleta de colores electrizante, la atención al detalle de su diseño de producción y vestuario, y el contagioso ritmo de las melodías pop de los años setenta evocan el estilo del realizador norteamericano Quentin Tarantino. Un biopic poco convencional que intenta descifrar el comportamiento tan complejo de su protagonista, un chico de 17 años de clase media que pareciera llevar la maldad como algo inherente a su carácter.
Carlos, interpretado por el debutante Lorenzo Ferro, inicia su vida delictiva como ladrón de poca monta. Con la ayuda de su compañero de escuela Ramón (Chino Darín) y de la familia de éste, el chico comienza a descubrir su verdadera vocación. Su falta de compasión y su escepticismo sobre la muerte hacen que éste se convierta en un despiadado asesino a sueldo, capaz de quitar la vida a alguien por mera satisfacción y placer personal. Poco a poco, la violencia de sus impulsivos actos pondrán en jaque la relación con sus amigos cercanos y con seres queridos.
El Angel hace un excelente trabajo de ambientación, trasladándonos hasta el Buenos Aires de principios de los años setenta gracias a su minucioso diseño de vestuario y de sets. El uso de colores, la fotografía y el soundtrack nos sumergen efectivamente en sus atmósferas retro. La cinta cuenta con un sólido reparto del cual sobresalen sus dos jóvenes actores principales: Lorenzo Ferro y Chino Darín. Ferro sorprende con una extraordinaria actuación que abraza la psicopatía de su personaje a la perfección. Mientras que Darín llena la pantalla de sensualidad y misterio al interpretar al cómplice y mejor amigo del protagonista. La película explora cuidadosamente la sexualidad de los dos personajes, y aprovecha la tensión y la química que existe entre ambos intérpretes para dar un toque de ambigüedad a su supuesto amor platónico.
Desafortunadamente, la película muy apenas raspa la superficie de un personaje tan complicado al preferir enfocarse en el aspecto estético del filme. Detrás de la historia del joven asesino se esconde una realidad que expone el racismo y los prejuicios que existen en la mayoría de los países latinoamericanos. En este caso, el aspecto físico de Carlos, su color de piel y sus rasgos europeos se apartaban de las típicas características de quienes comúnmente eran catalogados como criminales. Y es quizá ello lo que provocó un mayor escándalo mediático alrededor de este personaje. El filme decide no ahondar en esta interesante temática, a pesar de que es introducida brevemente como parte de la narrativa. Asimismo, El Angel termina sintiéndose más como una obra que celebra la violencia y la maldad de su protagonista, un anti-héroe cuyas acciones despiadadas parecieran ser glorificadas ante su estilo hollywoodense llamativo y cool.
A pesar de haberse colocado como un gran éxito de taquilla en su país de origen, hay aspectos que se sienten poco universales. Para quienes crecimos fuera de Argentina y que no estamos tan familiarizados con el caso de Robledo Puch, El Angel se queda un poco corta en su análisis del comportamiento de este peligroso sociópata. Sin embargo, es un relato que bien vale la recomendación por su reparto, especialmente por la explosiva dupla entre Lorenzo Ferro y Chino Darín, y por su brillantez visual y sonora.
Calificación: ** 1/2
Título original: El Angel
Año: 2018
País: Argentina, España
Dirige: Luis Ortega
Con: Lorenzo Ferro, Chino Darín, Daniel Fanego, Mercedes Morán y Cecilia Roth