El cine, además de servir como medio de entretenimiento, también posee la capacidad de convertirse en una herramienta de cambio, de presentarnos nuevos horizontes a través de la combinación de imágenes e historias. Eso es precisamente lo que logra el director Jorge Pérez Solano (La Tirisia) en su tercer largometraje de ficción que lleva por nombre La Negrada, el cual no sólo es el primer trabajo cinematográfico mexicano en ser protagonizado por actores afromexicanos, sino que también expone el estilo de vida de esta minoría que durante años ha vivido bajo sus costumbres y tradiciones, completamente aislados del resto de la sociedad.
Bajo el estilo de docu-ficción, Pérez Solano opta por trabajar con actores no profesionales para llevarnos a través de sus vidas a lo largo de cinco días. La película nos transporta hasta Corralero, una región en la costa de Oaxaca cercana al pueblo Pinotepa Nacional. Esta pequeña comunidad, dedicada principalmente a la pesca, forma parte del 1.2% del total de la población mexicana (1.4 millones) que se identifica de ascendencia africana, de acuerdo a cifras del censo del año 2015. Debido a la constante discriminación que sufren por el color de su piel, y a la falta de reconocimiento como minoría ante las autoridades del país, estas personas viven apartadas del resto de los mexicanos, sin los mismos derechos educativos y médicos.
A pesar de que su título podría sonar en primera instancia un tanto ofensivo, su escritor y director recalcó que éste fue consultado con los miembros de la comunidad de Corralero y ellos sintieron que reflejaba su identidad. La cinta gira en torno a dos mujeres, Magdalena y Juana, cuyas vidas se encuentran unidas no solo por compartir el amor del mismo hombre, sino que también en uno de sus ritos espirituales cuando éstas eran pequeñas. Juana se encuentra delicada de salud, por lo que Magdalena decide ofrecer uno de sus riñones pese a la negativa de la primera. Es así que, en un lapso de cinco días, conocemos a fondo a estas dos mujeres que buscan salir adelante ante las adversidades que se les presentan.
Con escenas que parecieran estar salidas de una postal fotográfica, La Negrada consigue conquistarnos con sus bellos panoramas y con la sinceridad de sus protagonistas. La historia, la cuál partió de un guión establecido pero que permitió la improvisación de sus actores, se mueve a un ritmo pausado que nos permite conectar de manera personal con cada uno de ellos. La cinta maneja un tono contemplativo que nos sumerge en el estado de ánimo de desolación y aislamiento en el que viven los personajes. Siempre a la espera de algo. Ya sea de la modernidad o de sus derechos como ciudadanos mexicanos.
Íntima, cautivadora y eye-opening, La Negrada es un filme que logra entretener y conmover, pero que también nos muestra una cara poco conocida de la sociedad mexicana. Le da voz a una comunidad marginada, que merece el mismo trato y el mismo derecho que cualquier otro ciudadano. Hay una escena en particular, en la cuál una de las autoridades le exige a un personaje entonar una estrofa del himno nacional para comprobar su nacionalidad. Esta secuencia no solamente es incómoda, sino que refleja una de las grandes problemáticas que aqueja al país sin que nadie diga o haga algo al respecto: el racismo. El color de piel no hace a alguien más o menos mexicano, y eso es algo que La Negrada consigue afirmar gracias a su potente mensaje.
Calificación: ****
Título original: La Negrada
Año: 2017
País: México
Dirige: Jorge Pérez Solano