Ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes, y seleccionada por Francia para representar al país en la próxima entrega de los premios Oscar, BPM: Beats Per Minute (120 Latidos Por Minuto) es un increíble y valiente relato sobre un grupo de individuos que alzaron su voz para luchar por su vida y defender sus derechos en medio de la epidemia del virus del VIH. Robin Campillo, escritor de la aclamada cinta francesa The Class y director del filme de temática queer Eastern Boys, nos lleva hasta las trincheras para revivir la incansable batalla de estos jóvenes, en busca de recibir un trato justo por parte de la sociedad y de las instituciones gubernamentales.
Nathan (Arnaud Valois) es un chico VIH-negativo que decide unirse a la causa de ACT UP en Paris, un grupo activista formado por portadores del virus quienes no solamente buscan educar y crear conciencia en la sociedad acerca de la enfermedad, sino que también tienen la esperanza de encontrar la cura a su padecimiento. La pasión del grupo es perceptible en cada una de las sesiones grupales en las cuales discuten planes como la manifestación pacífica en las instalaciones de una farmacéutica que se niega a revelar los resultados de las pruebas de sus medicamentos, así como la visita a planteles de educación media para explicar a los estudiantes la importancia de estar protegidos durante encuentros sexuales.
De inmediato, el chico nuevo del grupo siente una atracción a Sean (Nahuel Pérez Biscayart), uno de los líderes de la organización cuyo estado físico comienza a deteriorarse paulatinamente a causa de la enfermedad. BPM: Beats Per Minute abandona su lado político para enforcarse de lleno en la relación que surge entre estos dos chicos, la lucha de Sean por aferrarse a la vida, y la repercusión de su enfermedad en sus familiares, amigos y demás seres queridos.
Es quizá ese giro que Campillo le da a la historia lo que no termina de convencernos del todo. La primera mitad de la película es espectacular, intensa y conmovedora. El realizador plasma la pasión de este grupo de jovencitos de apenas veinte años que buscan romper con los prejuicios sociales sobre el SIDA. La cinta hace un interesante contraste entre los conflictos diarios de sus personajes y sus escapadas a la discoteca. Estas secuencias, al ritmo de la música y de las luces multicolores del recinto, muestran la energía y el espíritu inquebrantable de juventud de los chicos. Pero a pesar de la vitalidad de las escenas, éstas siempre terminan siendo las más emotivas, ya que hacen alusión a un lugar idílico de liberación, donde pueden ser ellos mismos, sin ser juzgados por los demás, y disfrutar plenamente del placer de vivir.
En la segunda mitad de la cinta, el director opta por darle un toque más íntimo al tema, volcando su atención al personaje de Sean y su difícil batalla contra la enfermedad. Son escenas crudas y desgarradoras que nos van mostrando el deterioro físico y emocional del chico, y que sirven para contextualizar la causa por la cual ACT UP se encontraba luchando. Es en esta parte de la película donde el ritmo se vuelve más lento y la historia no resulta tan efectiva como su contraparte que estaba más cargada de tonos políticos y sociales.
Pese a estos mínimos detalles, BPM: Beats Per Minute es una cinta importante que muestra el poder del activismo social para alcanzar cambios positivos y radicales en la comunidad. Es también un homenaje bien logrado para todas aquellas víctimas de esta enfermedad que perecieron a causa de la falta de acción del gobierno y de compañías privadas, quienes por ideología o por motivos económicos prefirieron ignorarar las dimensiones de la epidemia que arrancó la vida a miles de jóvenes que aún tenían todo un brillante futuro por delante.
En los últimos años ha habido grandes avances a nivel internacional en cuanto a educación, prevención y tratamiento de personas que padecen VIH se refiere, pero hay que reconocer también que la lucha no ha acabado y ésta sigue en pie. Aún existe un largo camino por recorrer para acabar por completo con el estigma, los prejuicios y la ignorancia que continúa latente en la sociedad. BPM: Beats Per Minute es una cinta que derrocha pasión en cada uno de sus minutos, y que nos enseña que la unión hace la fuerza, y que ésta es indispensable para mantener viva la lucha por las causas sociales y el bienestar de nuestras comunidades.
Calificación: *** 1/2
Título original: 120 Battements Par Minute (BPM: Beats Per Minute / 120 Latidos Por Minuto)
Año: 2017
País: Francia
Dirige: Robin Campillo
Con: Nahuel Pérez Biscayart, Arnaud Valois y Adéle Haenel