Nuestras Madres desentierra un doloroso y oscuro capítulo en la historia de Guatemala, exponiendo las heridas que marcaron a una nación entera, y que, cuatro décadas más tarde, aún permanecen abiertas. Somos testigos de la incansable lucha por la verdad y la justicia encabezada por cientos de mujeres que perdieron a sus padres, esposos e hijos en un salvaje genocidio perpetrado por las mismas autoridades. Desapariciones forzadas, ocurridas durante el Conflicto Armado Interno a principios de los años ochentas, que dejaron un saldo de más de 40 mil víctimas, la mayoría de ellas, pertenecientes a las comunidades indígenas del país. En su ópera prima, el director César Díaz construye un potente drama que muestra el verdadero rostro del dolor, desdibujando en ocasiones esa delgada línea que separa a la ficción de la realidad.
La historia se desarrolla desde la perspectiva de Ernesto (Armando Espitia), un forense encargado de exhumar los cadáveres de aquellos que desaparecieron hace más de treinta años por orden de las fuerzas militares. El joven comparte el espíritu idealista que caracterizó a su padre, un miembro de la guerrilla que también se desvaneció durante el conflicto armado, y a quien nunca tuvo la oportunidad de conocer. Al igual que miles de personas en Guatemala, el protagonista se encuentra inmerso en una lucha interna por descubrir su propia identidad y el sentido a su vida, en un país que se ha encargado de borrar completamente su pasado. Una nación sostenida por el esfuerzo de una generación de mujeres, sobrevivientes de la masacre, quienes se vieron obligadas a reconstruir sus vidas y las de sus familiares a pesar de cargar con un inmenso dolor en sus corazones.
Nuestras Madres sobresale gracias a su estética tan realista y al extraordinario trabajo de su elenco, en especial la actriz Emma Dib, quien ofrece una desgarradora interpretación como Cristina, la madre del protagonista. Dib captura perfectamente esos sentimientos de culpa, vergüenza, temor e impotencia que han invadido a gran parte de la población guatemalteca, y nos lleva de la mano a través de su propia catarsis. Una que desemboca en una de las escenas más arrebatadoras de la película. La experiencia del realizador en el género documental, aunado a la participación de actores no profesionales – algunos de ellos cercanos a la tragedia – ayudan a dar ese toque de honestidad a una historia que evita cualquier tipo de sensacionalismo.
No obstante, la cinta se enfoca demasiado en los conflictos personales de su protagonista, que tanto la historia de su madre, como la de Nicolasa (Aurelia Caal), la mujer que busca exhumar el cuerpo de su marido para darle una justa sepultura, terminan pasando a un plano secundario, restándole la debida importancia que su título infiere. Asimismo, ésta profundiza de forma muy superficial en el impacto del genocidio en las comunidades indígenas del país, al preferir contar la historia desde el punto de vista de la clase media de Guatemala, y no desde la perspectiva del 80% de las víctimas de las desapariciones forzadas.
Pese a ello, Nuestras Madres es un prometedor debut que ofrece un toque de humanidad a una devastadora historia basada en acontecimientos reales. Un filme que abre y cierra de la misma manera, mostrándonos no sólo la naturaleza cíclica que debemos enfrentar y vencer, sino también esa reconciliación entre pasado y presente, necesaria para evitar que futuras generaciones sean arrebatadas de su historia y de su identidad.
Calificación: ** 1/2
Título original: Nuestras Madres (Our Mothers)
Año: 2019
País: Guatemala, Bélgica, Francia
Dirige: César Díaz
Con: Armando Espitia, Emma Dib y Aurelia Caal