La Casa Lobo (The Wolf House) es una cinta de animación como ninguna otra. Una retorcida y perversa fábula infantil que pareciera haber salido de la más horripilante pesadilla para llevarnos a través de un alucinante y surrealista viaje en stop-motion, en el cual sus personajes y escenarios van construyéndose de manera fascinante ante nuestra mirada insólita. Una obra artística que tomó a Joaquín Cociña y Cristóbal León varios años de trabajo en museos alrededor del mundo, los cuales sirvieron para dar espacio al taller donde la desgarradora historia de María cobraría vida.
Presentada a manera de found footage de antaño, la cinta nos introduce a María, una mujer de cabellera rubia y vestimenta color celeste que ha logrado escapar de una colonia alemana asentada en territorio chileno. En medio del bosque, ésta encuentra refugio en una pequeña cabaña, la cual está habitada por dos pequeños cerdos. Luego de que los animales se transforman en seres humanos, María asume inmediatamente el rol materno y decide bautizarlos como Ana y Pedrito. Pese a los esfuerzos de la protagonista por comenzar desde cero y olvidar los dolorosos recuerdos de su pasado, la constante presencia de un lobo que sigilosamente merodea el lugar con su mirada furtiva y su voz espeluznante, hace que cada rincón del modesto inmueble se llene de intranquilidad.
La historia de La Casa Lobo está inspirada libremente en las anécdotas de algunos de los sobrevivientes de la llamada Colonia Dignidad, una secta alemana fundada en Chile al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Su líder, Paul Schäfer, era un simpatizante nazi que huyó de Alemania tras haber sido acusado de abusar sexualmente a un par de menores de edad. Ante los ojos de la sociedad chilena, esta remota comuna era un lugar de armonía, propulsado por sus múltiples actividades agrícolas. Sin embargo, la vida dentro de la colonia distaba completamente de la imagen tan angelical que se mostraba al exterior. Un sitio donde las peores atrocidades eran comandadas por su dirigente, y afectaban no solo a los habitantes de la colonia, sino también a los disidentes de la dictadura de Augusto Pinochet.
En la cinta, Schäfer se convierte en el malvado lobo que no deja de aterrorizar a la protagonista. El trauma físico y psicológico de María se refleja en ese perpetuo ciclo de creación y destrucción que los realizadores plasman en la pantalla, donde la paz interior y la esperanza se derrumban instantáneamente ante los recuerdos y las imborrables huellas del pasado. Una experiencia visceral y sumamente cautivadora tanto por su desgarrador relato, como por su proeza visual. Una obra de arte que combina animación en 2D y 3D para sumirnos en una alucinante odisea donde las paredes cobran vida, y los personajes se transforman ante nuestra mirada.
Aunque La Casa Lobo evoca el espíritu de varios cuentos infantiles, ésta es una cinta de horror no apta para pequeños. Una cinta de corte experimental que se vale de su prosa tan distintiva para remarcar uno de los episodios más oscuros y controvertidos de la nación sudamericana. Como toda pieza de arte, La Casa Lobo incita una reacción emocional inmediata, pero también invita al espectador a realizar una profunda reflexión y a continuar investigando sobre el tema una vez concluida la proyección. Una perturbadora fábula que además de brindarnos una dura lección de historia, nos advierte de aquellos lobos que aparentan bondad bajo el disfraz de cordero.
Calificación: ***
Título original: La Casa Lobo (The Wolf House)
Año: 2018
País: Chile, Alemania
Dirige: Joaquín Cociña y Cristóbal León
Con: Amalia Kassai y Rainer Krause