Épico es el mejor calificativo para describir el décimo largometraje del aclamado realizador inglés Christopher Nolan que lleva por título Dunkirk (Dunkerque). En éste, Nolan nos transporta hasta la Segunda Guerra Mundial para ser testigos de una batalla que tuvo lugar en la ciudad costera Dunkerque (Dunkirk) ubicada al norte de Francia, en la cuál más de 400,000 soldados ingleses, belgas y franceses fueron rodeados por el ejército alemán. El director de filmes como Memento, The Prestige, Inception, Interstellar y la popular trilogía del hombre murciélago The Dark Knight comprueba el porqué es uno de los directores más importantes de la industria del cine, ofreciéndonos uno de sus mejores trabajos fílmicos y un gran retrato bélico que seguramente pasará a la historia.
Como es costumbre en el cine de Christopher Nolan, éste vuelve a jugar con la cronología de la historia al presentarnos tres historias que van entrelazándose durante la cinta pese a que cada una de éstas se desarrolla en distintos lapsos de tiempo y en tres espacios diferentes: tierra, agua y aire. Dunkirk arranca con una espectacular toma en la cual un grupo de soldados británicos recorren las calles abandonadas de la ciudad francesa mientras una lluvia de panfletos anuncian su fatídico destino. De pronto, el estruendo de las armas invade cada rincón del pueblo, y entre la confusión y la desesperación, solamente el joven Tommy (Fionn Whitehead) logra llegar con vida hasta la costa, lugar donde miles de individuos esperan con ansias la llegada de embarcaciones para poder abandonar la zona de guerra y regresar a Inglaterra.
El segundo segmento de la historia transcurre en el mar y en éste conocemos a Mr. Dawson (Mark Rylance), un hombre que decide cruzar el Canal Inglés a bordo de su pequeña embarcación con el objetivo de rescatar a sus compatriotas que se encuentran varados en territorio francés. Dawson es acompañado en esta peligrosa misión por dos adolescentes, uno de ellos su hijo, quienes están dispuestos a arriesgar sus vidas con tal de salvar a los héroes de guerra. De forma paralela se desarrolla una tercera historia, la cual toma lugar en el cielo. Un grupo de pilotos, comandados por Farrier (Tom Hardy), se dirigen hasta Dunkerque para proteger a los miles de soldados desde las alturas. Esto da pie a una serie de enfrentamientos entre aeronaves británicas y alemanas que sirven para mostrar la maestría de Nolan detrás de las cámaras.
Quizá lo que más sorprende de Dunkirk es la ausencia de diálogos a lo largo de la cinta de 106 minutos de duración. Christopher Nolan opta por seguir un estilo mayormente visual y sonoro para narrar la historia y generar una atmósfera de verdadera tensión. Apoyándose de la fotografía del sueco Hoyte Van Hoytema y de la música de su colaborador de cabecera Hans Zimmer, Dunkirk logra tenermos al borde de nuestros asientos de principio a fin, captando escenas memorables que formarán parte de la historia del cine. Nolan logra retratar los horrores del conflicto bélico a través de un relato de supervivencia en el cual aún existen destellos de humanidad, y lo hace de forma efectiva con todo y clasificación PG-13. A diferencia de otras películas del mismo género como Saving Private Ryan de Steven Spielberg y más recientemente Hacksaw Ridge de Mel Gibson, en las cuales la clasificación R daba la oportunidad a dichos realizadores de presentar desgarradoras y sangrientas escenas, aquí se llega al mismo resultado sin necesidad de caer en el morbo: crear un ambiente de terror y estrés que logre que uno como espectador sufra junto a los protagonistas.
Poco a poco, el magistral diseño de sonido, aunado con la música de Zimmer, la cinematografía de Van Hoytema, el gran trabajo de edición y el incesante tic tac de reloj que pareciera evocar los latidos del corazón van subiendo la adrenalina y el nivel de tensión, ya sea en el muelle, en las turbulentas aguas del Canal Inglés o en el cielo. Todo en conjunto demuestra la maestría de su director, quien también es el responsable del guión de la cinta. Cada pequeño detalle en cada una de las escenas de la película está perfectamente calculada, convirtiendo a Dunkirk en el testamento vivo de la genialidad de Nolan. No sólo es un espectáculo visual único y de proporciones épicas, sino que también es la consagración del director como uno de los grandes, no sólo de su generación, sino de la historia.
Dunkirk es una experiencia para verse en el cine. La mayor parte de la cinta fue filmada con cámaras IMAX y de 70mm, por lo que si tienen la oportunidad de disfrutarla en cualquiera de estos dos formatos, en especial en 70mm, se los recomendamos ampliamente. Dunkirk en 70mm es simplemente breathtaking y emocionante. Una obra fílmica que pasará a la historia del cine bélico, que confirma el estátus de su autor, y que finalmente logra combinar dos mundos que parecieran siempre estar en discordia: el de los blockbusters y el cine de arte. Dunkirk es la combinación perfecta entre ambos: entretenimiento y adrenalina junto a una narrativa poco convencional y una excelencia técnica. Seguramente será el rival a vencer en las categorías técnicas de los Oscares el próximo año, y por el momento, el front-runner para llevarse el premio a Mejor Película. Para aquellos que piensen, o digan, que el cine ha muerto o está en peligro de extinción, Dunkirk es la prueba que aún existen realizadores capaces de explotar el formato y llevarlo hasta nuevos niveles y dimensiones.
Calificación: ****
Título original: Dunkirk (Dunkerque)
Año: 2017
País: Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, Francia
Dirige: Christopher Nolan
Con: Fionn Whitehead, Mark Rylance, Tom Hardy, Cillian Murphy, Kenneth Branagh y Harry Styles