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FICG33: Reseña – Nadie Sabrá Nunca

La promesa de lograr un México mejor se hace presente cada seis años dentro de las campañas políticas de los aspirantes a la Presidencia de la República. Sin importar quién se lleve el triunfo, las palabras terminan cayendo en saco roto, y el anhelado progreso se ha convertido en un sueño guajiro para cientos de comunidades rurales que continúan en el abandono. Precisamente ahí es donde toma lugar la historia de Nadie Sabrá Nunca, ópera prima del director Jesús Torres Torres. Situada a finales de los años setenta, la cinta nos muestra que los sueños a veces se convierten en el único escaparate ante la abrumadora realidad.

Lucía (Adriana Paz) habita en la sierra junto a su marido y sus dos hijos pequeños. Sumida en un matrimonio que la hace infeliz, la protagonista encuentra la felicidad en las labores domésticas y en escuchar una radionovela junto a su hijo mayor Braulio. A pesar de su corta edad, Braulio reconoce la tristeza que rodea a su madre, por lo que éste sueña que algún día, un vaquero como de las películas western que tanto le gustan, llegue a su hogar para transformar sus vidas.

Pese a que la historia de Nadie Sabrá Nunca se desarrolla hace casi cuatro décadas, desgraciadamente sus temas continúan sintiéndose actuales y relevantes. El progreso y la modernidad jamás llegó a estas comunidades alejadas de la grandes urbes del país, por lo que estas personas se ven obligadas a abandonar sus lugares de origen para buscar un futuro mejor en alguna de las principales ciudades de México. Es por ello que frecuentemente escuchamos hablar de pueblos fantasma, cuyos pobladores han salido en la búsqueda de nuevas oportunidades.

Asimismo, el filme explora a fondo el rol de la mujer mexicana en distintas facetas (esposa, madre e hija), así como las inalcanzables expectativas que la misma sociedad traza en éstas. Desde la presión social por encontrar un marido a temprana edad, hasta la falta de voz y voto en la toma de decisiones, la película nos muestra cómo en ciertos aspectos, especialmente en cuanto a sociedad y cultura se refiere, aún seguimos rezagados como nación.

La fotografía en Nadie Sabrá Nunca es uno de sus puntos a favor. Las escenas con deep focus son geniales, y la mezcla entre color y blanco y negro para diferenciar los sueños de la realidad no solamente aportan un valor artístico a la cinta. Resulta interesante el uso de blanco y negro para retratar las fantasías de Lucía y Braulio, las cuales parecieran rendirle un tributo a la época de oro del cine mexicano. Sin embargo, la tonalidad elegida por el director da un aire de melancolía a los sueños de los protagonistas. Como si estos supieran que sus anhelos y deseos están muy lejos de poder convertirse en algo real.

Adriana Paz brinda una espectacular interpretación digna de reconocimientos. La actriz logra transmitir las emociones de su personaje a la perfección, a pesar de valerse de pocos diálogos. Basta sólo una mirada para que entendamos el sufrimiento y la tristeza que guarda su personaje. Jorge A. Jiménez, David Medel, Silvia Pasquel, Arcelia Ramirez, Manuel Ojeda y Ofelia Medina forman parte del elenco de este drama familiar.

Nadie Sabrá Nunca maneja un ritmo pausado y casi contemplativo que hace que la película se sienta un poco tediosa, especialmente en una de las escenas de fantasía. Sin embargo, su fotografía, el duelo de actuaciones, y un mensaje vital hacen del filme toda una experiencia completa y conmovedora, y un debut cinematográfico sumamente sólido.

Calificación: ***

Título original: Nadie Sabrá Nunca

Año: 2018

País: México

Dirige: Jesús Torres Torres

Con: Adriana Paz, Jorge A. Jiménez, David Medel, Silvia Pasquel, Arcelia Ramirez, Manuel Ojeda y Ofelia Medina

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