La vida es un viaje impredecible lleno de misterio. A veces quisiéramos controlar la dirección de nuestro velero, pero pronto nos damos cuenta que es imposible luchar contra los fuertes vientos y la intrépida corriente que nos empujan hacia nuevos rumbos. Tal fue el caso del pintor holandés Vincent Van Gogh, quien a pesar de haberse convertido en uno de los artistas más influyentes y reconocidos, jamás experimentó una gota de éxito durante su estancia terrenal. Vincent murió en la completa miseria, siempre a expensas de la ayuda financiera de su hermano Theo, y creyendo que su carrera artística había sido un rotundo fracaso.
Nominado al premio Oscar por su participación protagónica, Willem Dafoe es quien comanda de forma extraordinaria la cinta At Eternity’s Gate (Van Gogh en la Puerta de la Eternidad), dirigida por Julian Schnabel (The Diving Bell and the Butterfly). Dafoe, con la ayuda de la magia del cine, interpreta al famoso pintor en sus últimos años de vida (Van Gogh murió a los 37 años de edad, mientras que Dafoe tiene 63). Luego de sufrir un bloqueo artístico durante su estancia en París, y siguiendo la recomendación de su amigo cercano, el también pintor Paul Gauguin (Oscar Isaac), Van Gogh viaja al sur de Francia en busca de inspiración. Ahí, los extensos campos de color dorado cobijan al pintor con su tierno calor. Un abrazo que le ayuda a olvidar de forma temporal la soledad y el miedo al fracaso que rondan por su mente. La momentánea felicidad se ve interrumpida por los frecuentes episodios de alucinaciones y locura que sufre el protagonista.
Schnabel utiliza la cámara en primera persona para adentrarnos en las emociones de Van Gogh. El uso de color, la opacidad del lente y la inestabilidad de la cámara consiguen también que experimentemos la angustia y el dolor del protagonista desde su propia perspectiva. En otras ocasiones, el lente del director nos convierte en testigos silentes de los abruptos cambios de ánimo de Vincent. La superposición de diálogos en algunas escenas de la película, y el uso del idioma francés son también utilizados para reflejar la salud mental del pintor. No todo funciona a la perfección. En ocasiones el frenético movimiento de la cámara se convierte en un distractor, y otras cuantas nos deja sintiendo un horrible vértigo.
At Eternity’s Gate se aparta de cualquier convencionalismo para ofrecernos un vistazo íntimo a la vida del artista. Julian Schnabel ha demostrado su pasión por las artes plásticas tanto dentro como fuera de la industria fílmica, y es por ello que su enfoque al desarrollar la vida de Van Gogh en pantalla se aparta del típico bio-pic. Hay largas tomas en las que vemos al pintor crear sus obras más reconocidas. El lenguaje corporal de Willem Dafoe y la envolvente música instrumental nos permiten observar a Van Gogh desde la perspectiva de su realizador. Una mirada de respeto y de admiración al trabajo de un genio.
El título de la cinta proviene de una de las obras populares de Vincent, pero que en la historia hace referencia a esa constante búsqueda de todo artista por dejar una huella en este mundo. Es una pena que Van Gogh no haya alcanzado la fama y el merecido reconocimiento durante su carrera artística. Su esfuerzo por pasar a la eternidad rindió frutos, solamente que éste llegó demasiado tarde. At Eternity’s Gate es un trabajo que nos hace cuestionar los misterios de la vida. En ocasiones, el destino nos tiene preparadas varias sorpresas. Algunas, incluso, después de la muerte.
Calificación: ***
Título original: At Eternity’s Gate (Van Gogh en la Puerta de la Eternidad)
Año: 2018
País: Suiza, Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Irlanda
Dirige: Julian Schnabel
Con: Willem Dafoe, Rupert Friend, Oscar Isaac y Emmanuelle Seigner