«¿Alguna vez has sentido que pudieras desaparecer? ¿Que cayeras al suelo y que nadie te escuchara?» pregunta el protagonista a la audiencia durante la melodía You Will Be Found, el número musical principal de Dear Evan Hansen. Es un momento conmovedor y esperanzador en el que el joven de preparatoria se sincera con sus compañeros de clase para compartir la soledad y la tristeza que carga en su corazón, y darles unas palabras de aliento que los ayuden a entender que no están solos durante las difíciles batallas de la vida. Sin embargo, el poder de su mensaje en este climático momento se ve reducido a un exánime montaje de videos e imágenes que aparecen en la pantalla con un efecto de screensaver de computadora. Este es tan solo un ejemplo de las constantes ocasiones en que la magia de Broadway desaparece por completo en esta decepcionante adaptación de la multi-premiada puesta en escena.
Evan Hansen (Ben Platt) es un solitario joven de 17 años que cursa el último grado de preparatoria. Aunque sus medicamentos le ayudan a controlar sus padecimientos de depresión y ansiedad, su timidez y su falta de habilidades sociales lo han marginado de sus compañeros. Su terapeuta le ha asignado una importante tarea: escribirse una carta a sí mismo en la que pueda expresar todos esos sentimientos que esconde en su interior. Mientras aguarda en la fila para recoger la impresión de la nota, Connor Murphy (Colton Ryan), un chico de su clase de actitud rebelde, le arrebata el documento no sin antes firmarle la férula de yeso en su brazo – resultado de un accidente que éste tuvo durante el verano mientras trabajaba como cuidador de un bosque.
Preocupado de que Connor muestre la carta al resto de la escuela, o bien, que la publique en redes sociales para que todos se burlen de él, Evan está esperando lo peor. Unos días más tarde, los padres del chico solicitan hablar con él en privado. Convencidos que el protagonista y su hijo eran mejores amigos, le comparten una triste noticia: Connor se ha quitado la vida. Evan no tiene palabras para responder, ni entiende el porqué estos tenían la idea equivocada que fueran inseparables. Su madre (Amy Adams) le muestra una carta, rotulada «Querido Evan Hansen», la cual asumen fue la nota de suicidio del joven, ya que fue encontrada junto a sus pertenencias el día que murió.
En lugar de aclarar la situación y explicar el verdadero origen de dicha carta, Evan decide seguir con la rutina de mentiras por dos razones principales: la primera, para ofrecer consuelo a los devastados padres de Connor, quienes intentan descifrar los motivos que pudieron haber empujado a su hijo a tomar tal decisión; la segunda, para acercarse a Zoe (Kaitlyn Dever), la hermana del adolescente fallecido, por quien siempre ha sentido un afecto muy especial. Los Murphy abren las puertas de su elegante hogar al protagonista, quien pronto se convierte en un integrante más de la familia. Con el apoyo de Alana (Amandla Stenberg), la presidenta de varios comités estudiantiles, Evan logra salir de su caparazón y se lanza como un defensor de aquellos individuos cuyas voces se pierden constantemente entre el ruido y el caos del mundo.
Stephen Chbosky (The Perks of Being a Wallflower, Wonder) está a cargo de la dirección de esta adaptación musical, la cual incluye los éxitos originales del duo Benj Pasek y Justin Paul, compositores de las melodías de La La Land y The Greatest Showman, así como un par de canciones inéditas. Sus letras llevan consigo el potente mensaje de una historia que busca hablar abiertamente sobre temas delicados pero sumamente urgentes: la salud mental, el suicidio y el acoso cibernético. Aunque hay quienes consideren que estas problemáticas sean tomadas con ligereza, e incluso hasta llegar a ser glorificadas, hay que tomar en cuenta también las exigencias del mercado meta al que tanto la obra de Broadway como la cinta van dirigidas. Un tratamiento más sobrio alienaría de inmediato al público juvenil que necesita escuchar estas palabras de apoyo.
No obstante, Dear Evan Hansen no está exenta de otros problemas. Primeramente, la transición del material original al cine es poco efectiva y pierde todo el dinamismo capturado sobre el escenario. Las secuencias musicales carecen de vida y de magia. Al menos en teatro, las pantallas, los sets y las luces nos metían de lleno a las emociones de sus conmovedoras melodías. Aquí, la cámara se posa inerte frente a sus intérpretes, desaprovechando las oportunidades que ofrece el medio cinematográfico para ir más allá de las limitaciones que posee una puesta en escena en vivo.
En segunda instancia, la historia resulta un poco más problemática en cine que en su concepto teatral. Tuve la oportunidad de ver la obra musical durante su gira por los Estados Unidos a principios del 2019, y aunque no la colocaría en el top de producciones de Broadway, tampoco me pareció desconcertante en el tratamiento de su historia. El espiral de mentiras en el que se envuelve su protagonista tiene un peso distinto en la versión cinematográfica, uno casi sociopático y perverso, que incluso el esfuerzo final de la película por mostrar simpatía hacia éste no termina de cuajar.
Finalmente, hay que hablar de las actuaciones. No cabe duda que Ben Platt, el protagonista original de la puesta en escena, interpreta con harto sentimiento cada una de las melodías. Sin embargo, la transformación del actor de 28 años en un adolescente diez años menor no solo distrae y resta credibilidad a la historia, sino que también raya en lo aterrador. En ratos pareciera que estamos viendo un sketch de Saturday Night Live en el que el protagonista se ve deliberadamente más viejo que sus co-estrellas para efectos cómicos. En otros resulta ofensivo, como cuando éste expresa sus sentimientos hacia Zoe (un personaje menor de edad en la película) en la canción If I Could Tell Her, y el trabajo de maquillaje, vestuario e iluminación hacen ver a Dever de unos 15 o 16 años, y a Platt de más de 30. Hay momentos también de terror involuntario, como la escena en la que Evan espía a la familia Murphy desde el marco de una puerta.
Entiendo el afán de querer que Platt vuelva a interpretar uno de sus personajes más queridos en teatro, pero habiendo tantos actores juveniles talentosos y capaces de llenar los mismos zapatos, la decisión, quizá bien intencionada, no solo es extraña sino que termina jugando en su contra. El resto del elenco hace un trabajo sobresaliente. Kaitlyn Dever y Amandla Stenberg cautivan con sus voces, mientras que Amy Adams y Julianne Moore comandan los momentos más enternecedores del relato.
A pesar del importante mensaje que busca transmitir a través de las melodías y sus letras, Dear Evan Hansen es una frustrante adaptación musical que desaprovecha la posibilidades del séptimo arte para capturar el poder, las emociones y la magia de la aclamada producción de Broadway. Moviéndose involuntariamente entre el drama manipulativo, el romance juvenil, la parodia y el horror, la versión cinematográfica de Dear Evan Hansen tiene todos los elementos para convertirse en uno de esos placeres culposos, so bad it’s good, en años venideros.
Calificación: * 1/2
Título original: Dear Evan Hansen (Querido Evan Hansen)
Año: 2021
País: Estados Unidos
Dirige: Stephen Chbosky
Con: Ben Platt, Kaitlyn Dever, Amy Adams, Colton Ryan, Amy Adams y Julianne Moore