«Aquí los hombres sirven para dos cosas: para nada y para dar dinero», menciona Doña Olga a las trabajadoras del Barba Azul, uno de los cabarets más emblemáticos de la Ciudad de México. Las chicas prestan atención a sus acertados consejos. Después de todo, «la mami» – como éstas le dicen de cariño – se ha ganado a pulso su inmensa sabiduría. De chica de salón a mesera, y ahora, a encargada del guardarropa y de la limpieza del baño de mujeres del reconocido bar, la protagonista ha vivido incontables experiencias en un hostil mundo que resurge cada día tras la puesta del sol.
El ritmo de las cumbias resuena con gran fuerza, una última llamada que les indica que su jornada laboral está a punto de iniciar. «Las trompetas del Apocalipsis», bromean entre ellas. Unas reducidas y oscuras escaleras les ayudan a descender hacia el infierno: una pista de baile que pareciera un tablero de ajedrez. Las paredes en llamas están adornadas por varias esculturas de mujeres desnudas. Al fondo, los clientes aguardan a las chicas para invitarlas a bailar y echarse unos cuantos tragos. Sus únicos ratos de descanso son sus visitas al sanitario, en las cuales aprovechan para desahogarse con Doña Olga, quien escucha y aconseja a las muchachas como si fueran sus propias hijas.
En La Mami, la directora española Laura Herrero Garvín captura con su lente un fascinante y auténtico relato que explora la vida nocturna en la capital mexicana desde la perspectiva de un grupo de mujeres, quienes se desempeñan como damas de compañía. A través de sus entrañables personajes, el documental nos muestra no solo el agobiante estilo de vida de las chicas del cabaret – una jornada pesada hasta altas horas de la madrugada en la que se ven obligadas a ingerir una gran cantidad de bebidas alcohólicas y soportar el acoso de sus clientes –, sino también el estigma social que aún sufren debido a su profesión.
El término «fichera» se utiliza coloquialmente para describir a las mujeres que frecuentan los bares y discotecas de la Ciudad de México para bailar con los asistentes y recibir una comisión por cada bebida que estos consuman durante su estancia. La sociedad ha generado un prejuicio que asume que todas las ficheras se dedican a la prostitución, lo cual es algo falso. Incluso observamos a Doña Olga poner en su lugar a una jovencita, de esas que van en grupo como si estuviese en una exótica excursión, quien erróneamente cree que todas las trabajadoras del Barba Azul son prostitutas, lanzándoles preguntas incómodas e irrespetuosas.
La Mami decide centrar su atención en la historia de su protagonista, quien se ha convertido en una figura materna para las chicas del ahora extinto bar (el mítico salón de baile fue clausurado previo a la pandemia debido a varios asuntos legales), y en la de Priscila, una mujer recién llegada de Tijuana que se ve obligada a trabajar en el centro nocturno para costear el tratamiento médico de su hijo que padece cáncer. Es a través de estos acercamientos e interacciones tan íntimas que Herrero Garvín va construyendo un humanístico y sincero relato en el que somos testigos de los sacrificios y la resiliencia de estas mujeres que buscan sostener económicamente a sus familias. Asimismo, la película retrata la melancolía de Doña Olga, quien vive de forma vicaria los conflictos y las aventuras de sus hijas por adopción mientras dobla el papel sanitario y limpia los pisos del lugar. Como la matriarca, ésta escucha, aconseja y regaña a las muchachas para evitar que cometan algún error del cual pudieran llegar a arrepentirse.
La Mami es un encantador y conmovedor documental que funciona en parte como un estudio etnográfico, y por otra como una crónica sobre la sororidad que surge dentro del baño de damas de uno de los salones de baile más icónicos de la Ciudad de México.
Calificación: *** 1/2
Título original: La Mami
Año: 2019
País: México, España
Dirige: Laura Herrero Garvín