La vida del canta-autor de música country Blaze Foley se aparta completamente de la narrativa convencional del bio-pic. Estamos acostumbrados a ver historias inspiradoras que muestran los múltiples obstáculos que los protagonistas tuvieron que sortear antes de encontrar el camino a la fama y al éxito. Son historias donde el amor resuelve todo. Donde la difícil lucha por superar vicios y adicciones termina en un glorioso renacimiento. La historia de Blaze, el cuarto largometraje de Ethan Hawke como director, es todo lo contrario.
Blaze es la historia de un músico talentoso que sueña en convertirse en una gran leyenda. Desafortunadamente, no todos los cuentos tienen un final feliz, y éste es uno de ellos. A veces se requiere algo más que talento para alcanzar los sueños. En ocasiones es la conjunción cósmica de varios factores que dictan nuestro futuro. Llámese suerte o bendición divina. Blaze es la antítesis de Walk The Line. Aquí el éxito nunca llega. El protagonista pierde al amor de su vida, y nunca logra superar su alcoholismo y su dependencia a las drogas.
Si tal es el caso, ¿porqué llevar esta historia al cine? Porque la vida de Blaze Foley refleja la realidad de muchos artistas con un gran talento, que sacrifican relaciones con tal de enfocarse en su carrera, que no les importa vivir al día con tal de dedicarse al arte, y que nunca reciben una recompensa a todo su esfuerzo. Asimismo, Ethan Hawke es un amante de la música, y contar la historia de Blaze es una forma de rendir homenaje no sólo a este personaje, sino también a todos aquellos que como éste, continúan en la búsqueda por rozar la fama.
La estructura narrativa de la película también resulta poco convencional. Tres historias, cada una situada en diferentes planos de tiempo, van desarrollándose en forma simultánea. La primera de ellas es una entrevista radiofónica (conducida por el mismo Ethan Hawke, a quien solamente le vemos de espalda) con dos de los amigos cercanos del protagonista. La segunda historia toma lugar durante el último concierto del cantante, y la tercera y última son una serie de flashbacks que ayudan a dar contexto a las letras de las melodías, y en las cuales somos testigos del amor entre Blaze y Sybil, quien eventualmente se convertiría en su esposa.
La fotografía de estas secuencias es particularmente sobresaliente. El hecho de que los bordes de la imagen se vean un poco borrosos es una forma de representar las memorias del protagonista. Como si tratara de unas visiones nostálgicas que se ven desdibujadas por su constante abuso de alcohol y drogas. A pesar de no ser fanático de la música country y folk, las melodías son fantásticas y todas ellas son interpretadas por el elenco.
Ben Dickey, quien da vida a Blaze Foley, es en realidad un músico y éste es su primer trabajo como actor. Su poderosa actuación derrocha carisma y melancolía. Un sorprendente debut que seguramente le abrirá las puertas a grandes oportunidades dentro de la industria cinematográfica. La otra gran estrella de la película es Alia Shawkat, cuya naturalidad fluye a la perfección con la de su co-protagonista, y la mancuerna que ambos logran es sensacional. Pongan especial atención a los cameos del director Richard Linklater (gran amigo de Hawke) y de Sam Rockwell, como dos magnates petroleros que quieren entrarle al negocio de la música.
Por otro lado, el ritmo tan lento de Blaze termina por jugar en su contra. Sus casi 130 minutos de duración se sienten como una eternidad. La segunda parte de la película bien pudo haber sido condensada un poco para que su ritmo fluyera con mayor agilidad. Está más que claro que Ethan Hawke está obsesionado por contar la historia con lujo de detalle, de la forma más natural y realista posible, pero algunas de las escenas que retratan lo mundano y lo cotidiano en la vida del personaje principal salen sobrando.
Si Blaze Foley jamás alcanzó el estatus de leyenda por su corta (pero reconocida) carrera musical, Ethan Hawke se encarga de elevar su legado a través de este trabajo cinematográfico. Se trata de un proyecto de pasión del actor convertido en director que logra capturar la esencia de su protagonista gracias a la enorme interpretación de Ben Dickey y del resto del reparto. Lamentablemente, la astucia de su narrativa no cronológica se diluye ante su ritmo tan letárgico. Quizá quienes sean más conocedores del género musical country y folk encuentren en Blaze un retrato más atractivo. Independientemente de ello, Hawke ha creado un bio-pic que se aparta de los típicos estándares para ofrecernos un vistazo más íntimo a la vida de una leyenda olvidada.
Calificación: ** 1/2
Título original: Blaze
Año: 2018
País: Estados Unidos
Dirige: Ethan Hawke
Con: Ben Dickey, Alia Shawkat, Josh Hamilton y Charlie Sexton