Un hombre que viaja en compañía de su familia decide asentarse en un lugar cercano a un riachuelo, en medio de las bellezas naturales que ofrece el sur de Italia. Lo que éste no se imagina es que años después, el paradisiaco paisaje se convertirá en uno de desolación y desesperanza para sus hijos, nietos y bisnietos. A Ciambra, la cinta que fue seleccionada por Italia para representar al país en la entrega número 90 de los Premios de la Academia, es el segundo largometraje del aclamado realizador Jonas Carpignano, quien al igual que en su filme debut (Mediterranea) decide ubicar la historia en la región de Calabria, y montarla con la ayuda de actores no profesionales.
Basada en el cortometraje del mismo nombre que Carpignano dirigió en el 2014, A Ciambra nos involucra en las vidas de Pio, un adolescente de 14 años, y su familia. Pio es el nieto de aquel hombre a quien vimos al inicio de la cinta en busca de un lugar dónde establecerse. La casa hoy alberga a varias generaciones bajo el mismo techo, en uno de los peligrosos barrios de la región. El joven protagonista, de descendencia romaní o gitana, sueña en seguir los pasos de su hermano mayor Cosimo, quien se dedica a robar y desmantelar automóviles. Luego de que éste acaba encerrado en la cárcel, Pio deberá hacerse cargo de los deberes familiares, llevándolo a entablar una interesante amistad con Ayviva, un migrante proveniente de Burkina Faso en busca de un mejor futuro.
Sin muchos tapujos y con tremenda honestidad es que A Ciambra logra plasmar el estilo de vida de esta relegada comunidad en la pantalla grande, valiéndose enormemente del talento de su reparto, conformado por actores no profesionales quienes están por vez primera frente a las cámaras. La cinta nos presenta una realidad de carencias, en la que el vandalismo se ha convertido en la única vocación de grandes y chicos. Carpignano nos involucra en la lucha diaria y constante de esta minoría social conformada por inmigrantes quienes, a pesar de haberse establecido en tierras italianas desde hace más de cincuenta años, aún continúan bajo el escrutinio del pueblo italiano. Asimismo, la llegada de personas provenientes de Africa en años recientes ha complicado más la áspera situación, desatado la enemistad entre ambos bandos.
A Ciambra hace su arribo a las pantallas de los Estados Unidos con el sello de aprobación de Martin Scorsese, del mismo modo que en años recientes lo hicieron Gomorrah y Golden Door. La historia de A Ciambra es una que combina la crudeza de las calles de Gioia Tauro con un realismo mágico visual que contrasta de sobremanera. La belleza y el misticismo que guardan los sueños del protagonista van reflejando su proceso de madurez, el de encontrarse a sí mismo, de vencer sus miedos a la velocidad y a los ascensores, y de finalmente decidir cuál es el camino que desea seguir. El jovencito Pio Amato hace un impresionante trabajo al mostrarnos con suma naturalidad los conflictos internos de su personaje.
Si bien el final de la historia no era precisamente el que esperábamos, es uno que no endulza la difícil crisis migratoria que se vive no solo en Italia, sino también en otras partes de Europa y del mundo. Detrás de su rudeza, Pio muestra su compasión hacia Ayiva en una de las escenas más memorables y desgarradoras de la cinta: un paseo por motocicleta por las sucias y descuidadas calles de la ciudad. El chico estalla en llanto mientras se aferra fuertemente al torso de su compañero. Es un momento de perdón y arrepentimiento, pero también es uno sobre la pérdida de la inocencia. Del cómo el coming of age en un mundo tan hostil consiste en aprender a tomar ventaja de los demás. En los barrios de Gioia Tauro la ley es simple: luchar o morir. En ocasiones la lucha será dolorosa, pero es la única manera de sobrevivir en una sociedad que continúa empujándolos a la segregación.
Calificación: *** 1/2
Título original: A Ciambra
Año: 2017
País: Italia, Brasil, Alemania, Francia, Suecia, Estados Unidos
Dirige: Jonas Carpignano
Con: Pio Amato, Koudous Seihon, Damiano Amato