La música es capaz de transmitir emociones, echar nuestra mente a volar, y llevarnos hacia dimensiones lejanas a la realidad. Para muchos una profesión y un estilo de vida. Para otros cuantos, un escaparate de la rutina y de los problemas cotidianos. Ese es precisamente el poder que la música tiene en Félicité, la protagonista de la cinta que lleva el mismo nombre. De semblante reservado, la mujer se transforma en otra persona cada noche cuando ésta canta en un bar de la localidad, olvidando sus penas diarias junto a los clientes que asedian el establecimiento. Por unos minutos, todo es fiesta y diversión. Los dolores se alejan para permitir que el espíritu se libere por tan sólo un instante.
El director Alain Gomis nos presenta en Félicité un retrato con tintes realistas sobre la vida de una madre soltera quien habita en la ciudad de Kinsasa, en la República Democrática del Congo. La protagonista es vista por la sociedad con deshorna, y es que la mujer decidió abandonar a su esposo años atrás para valerse por ella misma. A pesar del gran esfuerzo por sacar adelante a su hijo adolescente sin la necesidad de un hombre a su lado, Félicité apenas sobrevive con su salario como cantante. Es por ello que cuando su hijo Samo sufre un terrible accidente de tránsito que requiere de una intervención quirúrgica inmediata y costosa, Félicité se embarcará en una misión desesperada por conseguir el dinero necesario. Muchas puertas se cerrarán, mientras que otras, que ni siquiera contemplaba, se abrirán sorpresivamente.
Por momentos, Gomis nos hace creer que estamos viendo un documental, y no es sino hasta las escenas que nos llevan dentro de los pensamientos y sueños de la protagonista que caemos en la realización que se trata de un mero trabajo de ficción. La historia se mueve con completa naturalidad, y ésta se complementa con dichas escenas de características casi poéticas en las que vemos a Félicité deambular por oscuros paisajes al son de melodías que bien pudieran pertenecer a una ópera. Lo vívido del color de las caóticas calles de la ciudad contrastan con la quietud que se vive en la mente de la cantante, quien pareciera estar hundiéndose en sus propios problemas personales y económicos.
La actriz debutante Véro Tshanda Beya Mputu hace un trabajo excepcional, y a pesar de sus escasos diálogos logra transmitir las emociones de su personaje a base de su semblante, de su mirada penetrante y en ocasiones esquiva, y en su lenguaje corporal. Es un personaje que muestra las marcas de los golpes que la vida le ha dado, y que pese a todo no está lista para rendirse. En uno de sus encuentros con una vieja conocida, nos enteramos que Félicité murió de pequeña, pero revivió milagrosamente. Eso es exactamente lo que la describe: su fortaleza interior es capaz de mover hasta el obstáculo más pesado.
La primera mitad de la cinta nos lleva a seguir paso a paso la odisea de Félicité por reunir el dinero necesario para la operación de su hijo. Sin embargo, la segunda mitad decae tanto en ritmo como en interés una vez que dicho conflicto llega a una resolución. Lo que en un principio fue un interesante estudio de personaje, posteriormente se convierte en una historia que divaga un tanto y presta mayor atención a dos de sus personajes secundarios: Samo, el hijo de Félicité aún en estado de shock, y Tabu, un hombre mujeriego y alcohólico que frecuenta el bar donde ésta canta, y que comienza a mostrar sus sentimientos hacia la cantante. La película vuelve a retomar la historia de Félicité al final, y aunque la intención es buena, ésta resulta un tanto tardía.
Así como el refrigerador de la protagonista necesita de una reparación durante toda la película, así también se encuentra la vida de ésta. Y aunque la música es el antídoto para escapar de la realidad de forma temporal, una vez que las melodías terminan, las copas se acaban y la noche llega a su fin, la realidad regresa de choque. No es sino hasta que Félicité decide abrir su corazón y confiar en la buena intención del prójimo que ésta consigue que la música de su interior sea la que acompañe su vida diaria.
Félicité es una de las nueve películas finalistas que aspiran para obtener una nominación al Oscar a Mejor Película de Lengua Extranjera. La representante de Senegal enfrentará una fuerte batalla con tal de alcanzar un lugar dentro de las cinco nominadas, pero no dudamos que la calidez y el apego que su protagonista logra en uno como espectador sean factores determinantes para que esta producción africana obtenga un lugar dentro de la entrega de premios más reconocida a nivel internacional. Déjense envolver por las melodías vibrantes y llenas de energía para acompañar a Félicité en su viaje por encontrar precisamente lo que su nombre indica, su felicidad.
Calificación: ***
Título original: Félicité
Año: 2017
País: Senegal, Francia, Bélgica, Alemania, Líbano
Dirige: Alain Gomis
Con: Véro Tshanda Beya Mputu, Gaetan Claudia y Papi Mpaka