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Reseña – Desierto

La frontera entre México y los Estados Unidos ha sido el escenario de cintas nacionales y americanas que buscan retratar la difícil y peligrosa realidad a la que se enfrentan miles de personas quienes intentan cruzar al país del norte con la finalidad de encontrar una oportunidad de empleo y en algunos casos, ésta representa la única opción para sobrevivir. Filmes como La Jaula de Oro y Sin Nombre, por nombrar algunos, nos han llevado a vivir el drama de migrantes mexicanos y centroamericanos en su afán por alcanzar el tan anhelado sueño americano. En Desierto, el segundo largometraje del realizador mexicano Jonás Cuarón, dicha problemática vuelve a ser el eje principal, aunque lo hace de una manera tan hueca e inverosímil que desaprovecha por completo la relevancia del tema gracias a la controversia surgida entre algunos de los candidatos a la carrera presidencial de los Estados Unidos.

Gael García Bernal interpreta a Moisés, un mecánico que junto a un grupo de personas busca cruzar la frontera hacia los Estados Unidos a través del peligroso desierto. Luego de que la camioneta que los transportaba sufre una considerable avería, el grupo deberá continuar su recorrido a pie, desafiando a la naturaleza y a las altas temperaturas de la región. Sin embargo, su viaje se convertirá en su peor pesadilla luego de cruzar su camino con un desquiciado vigilante americano, interpretado por Jeffrey Dean Morgan, cuyo odio desmedido hacia los mexicanos que invaden su país lo lleva a tomar la justicia por sus propias manos y buscará evitar que éstos logren llegar a su destino final.

El primer error de Desierto es el de hacerse pasar por una película inteligente que profundiza en el tema de la migración a los Estados Unidos y la xenofobia que se vive en el país vecino. A nivel narrativo, la cinta no aporta algo sustancioso. El tratamiento y desarrollo de sus personajes es completamente nulo y la historia se mueve a través de interminables clichés donde el malo es un gringo psicópata en papel de villano de caricatura, del cual jamás conocemos sus verdaderas motivaciones detrás de su errático comportamiento. Ciertamente la película busca retratar a los migrantes como las víctimas en este terrible escenario, pero lo hace de una manera tan burda que es imposible creerle tantito a la historia. La actuación de Gael García Bernal resulta sumamente desaprovechada y Jeffrey Dean Morgan da una cátedra de mala actuación, aunque nosotros le echamos más la culpa al guión y a los pésimos diálogos que le tocó recitar.

Como la película no termina de convencernos por su discurso dizque político y social, no nos queda de otra más que juzgarla por lo que realmente es: un filme de supervivencia que se desarrolla en medio del desierto, y aún así, logra salir mal parada. Desierto tiene un par de secuencias que funcionan, pero fuera de ellas, el resto raya en lo ilógico. Aún me cuesta trabajo entender como una cinta de este calibre pudo colarse al Festival de Toronto el año pasado mientras existen otras producciones mexicanas que merecen una plataforma de proyección de este tipo. Queremos suponer que el hecho de que Jonás sea el hijo de Alfonso Cuarón no tiene nada que ver en este asunto, pero si resulta inquietante cómo una película que apenas logra rasguñar la superficie de un tema tan complejo, tan relevante y tan importante haya conseguido semejante hazaña. En resumen, una cinta que no nos roba el aliento y que nos deja con sed de algo más.

Desierto se encuentra en cartelera en México. La película se estrenará en los Estados Unidos en otoño del 2016.

Calificación: * 1/2

Título original: Desierto

Año: 2015

País: México, Francia

Dirige: Jonás Cuarón

Con: Gael García Bernal, Jeffrey Dean Morgan y Alondra Hidalgo

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