Desde pequeña, Natasha Romanoff aprendió a aceptar que el sufrimiento era parte esencial de la vida. «El dolor solo te hace más fuerte», solía repetir Melina (Rachel Weisz) a sus dos hijas, sin imaginar el futuro que les depararía a ambas como integrantes de una peligrosa red de espías. Afligida por las culpas y los resentimientos que ha ido acumulando desde su infancia, la vengadora está dispuesta a sanar las heridas que le impiden encontrar la paz interior. Para ello, primeramente deberá hacer las paces con los protagonistas de un desolador pasado que ha intentado borrar de su memoria por completo.
Tras una serie de retrasos a raíz de la pandemia, Black Widow hace finalmente su arribo a la pantalla grande, y con ella, el esperado arranque de una nueva era dentro del llamado Universo Cinematográfico de Marvel. A pesar de que la cinta, dirigida por la australiana Cate Shortland, marca el inicio de la cuarta fase del MCU, por sus siglas en inglés, los eventos de ésta transcurren en el año 2016, casi una década antes de la apocalíptica y emotiva conclusión de Avengers: Endgame. De hecho, la historia se sitúa cronológicamente después de Captain America: Civil War, la cual también se encargó de inaugurar la fase previa, conocida como The Infinity Saga.
Luego de la ruptura de los famosos vengadores como resultado de la trifulca entre Steve Rogers y Tony Stark, Natasha, interpretada nuevamente por Scarlett Johnasson, escapa de las autoridades estadounidenses y encuentra refugio en un apacible poblado nórdico. No obstante, su auto-exilio llega a un abrupto final tras enfrentarse a una figura robótica que iba en busca de un extraño paquete, el cual había recibido por correspondencia en su domicilio de Budapest. Al arribar a la capital húngara, la protagonista descubre que su hermana Yelena (Florence Pugh) no solo ha tomado posesión de su departamento, sino que también fue ésta quien le envió dicho contenedor, en cuyo interior se encuentran varios frascos con un gas sumamente peligroso.
Resulta que Yelena, también entrenada como viuda negra, ha descubierto que dicha poción es capaz de funcionar como antídoto para contrarrestar el estado de control mental bajo el que viven estas mujeres espías. Dispuesta a poner un fin a la organización que arrebató su libertad e inocencia, Natasha decide ir en busca del llamado Red Room, lugar donde el temible General Dreykov, líder de las fuerzas armadas soviéticas, continúa operando una red de terror que se extiende por todo el mundo. Sin embargo, para poder completar la misión, la protagonista deberá recurrir al apoyo de sus padres, coordinando una inesperada reunión familiar que reabrirá las heridas de un doloroso y oscuro pasado.
Desde su secuencia de títulos iniciales al ritmo de un cover de Smells Like Teen Spirit hasta su clímax repleto de efectos especiales, Black Widow ofrece entretenimiento puro de principio a fin con la indiscutible garantía de Marvel. Aunque su arranque es un poco caótico y hasta confuso, la historia encuentra rápidamente su paso gracias a una serie de secuencias de acción, como la persecución por las calles de Budapest al mero estilo de Jason Bourne, y a la gran chispa de sus personajes secundarios. Florence Pugh (Midsommar, Little Women) se roba la película como la sarcástica e incómoda hermana menor de la protagonista y David Harbour (Stranger Things) añade humor y corazón al relato con su hilarante interpretación de Red Guardian, la supuesta respuesta del gobierno soviético a Captain America. Johansson cumple con su rol y cierra su ciclo dentro del MCU por lo alto, pese a que sus compañeros terminan arrebatándole el protagonismo en más de una ocasión.
Las referencias al cine de espías se hacen presentes a lo largo del metraje, especialmente durante el primer acto de la película, el cual nos conduce lentamente hacia una segunda parte que mezcla acción y humor de forma efectiva para narrar la historia de una familia terriblemente disfuncional. Es su tercer y último acto donde, por desgracia, ésta cae en los excesos de CGI a los que Marvel nos ha ido acostumbrando, desentonando un poco de las espectaculares y bien logradas secuencias de peleas mano a mano del principio de la cinta. Asimismo, aunque el villano es completamente detestable, su personaje no posee el mismo peso que otros antagónicos han tenido dentro del exitoso universo cinematográfico de superhéroes.
Como antesala de la cuarta fase del MCU, Black Widow queda a deber. Esta era la oportunidad perfecta para arriesgar, reinventar la fórmula y dar la pauta al estilo que acompañará a las siguientes aventuras. Sin embargo, la película pareciera no estar interesada en ello, y el resultado final es evidencia contundente. No existe algo que distinga a Black Widow de cualquier entrada de la fase anterior, incluso algunas de ellas más audaces en sus decisiones visuales y narrativas. Y aunque la secuencia posterior a los créditos finales ayuda a conectar las distintas piezas del nuevo multi-universo que Marvel ha ido construyendo en cine y más recientemente en televisión, eso no evita que las dos horas previas de acción se sientan un tanto inconsecuentes.
A pesar de la oportunidad desaprovechada, Black Widow es sumamente entretenida y goza de grandes momentos de acción, suspenso y comedia, cortesía de su maravilloso reparto. Una digna despedida a uno de los personajes más queridos de la saga. Igualmente, el filme encuentra instantes de redención gracias a su importante mensaje de sororidad y empoderamiento, el cual aterriza justo con el impulso adecuado para dejar su huella en el extenso catálogo de producciones de Marvel.
Calificación: ***
Título original: Black Widow
Año: 2021
País: Estados Unidos
Dirige: Cate Shortland
Con: Scarlett Johansson, Florence Pugh, David Harbour y Rachel Weisz