Michael Haneke nunca ha sido santo de nuestra devoción, pero sabemos reconocer su interesante y única propuesta visual en filmes como Amour, The White Ribbon y Caché. En Happy End (Un Final Feliz), el característico estilo del realizador austriaco está presente en cada una de sus escenas. Su cámara fija nos convierte en testigos de las desgracias de una familia de alta alcurnia, la cuál pareciera poseer todo, menos la felicidad. El juego entre distintos formatos de imagen aportan un toque de realismo a una historia que hace una incisiva crítica sobre la pérdida del contacto humano como consecuencia de la revolución tecnológica que vivimos hoy en día.
Aunque por fuera pareciera ser la familia perfecta, por dentro cada integrante de los Laurent enfrenta su propia batalla. Primero tenemos al patriarca, Georges (Jean-Louis Trintignant), quien en vísperas de su cumpleaños número 85 planea quitarse la vida. Al mismo tiempo, su hija Anne (Isabelle Huppert) busca resolver un problema legal que afecta al negocio familiar, el cuál se complica aún más debido a la participación de su hijo Pierre, un bueno para nada. Mientras tanto Thomas (Mathieu Kassovitz), el otro hijo de Georges, se convierte en el guardián de Eve, su hija adolescente que descubre sus mentiras e infidelidades.
De entrada sabemos que el título de la cinta es un indicativo del rumbo que tomará la historia, y conociendo a Michael Haneke, sabemos que el destino final no será necesariamente un «final feliz» . La película nos muestra la indiferencia y la falta de compasión de la clase alta francesa, quienes buscan solucionar todo problema con dinero, dejando atrás los principios y la moral. A pesar de estar rodeados de bienes materiales, éstos llevan existencias solitarias y faltas de cariño. La depresión se convierte en el fiel acompañante de los personajes principales de la cinta, y cada uno de ellos encuentra una manera distinta de lidiar con dicho estado de ánimo.
La película fusiona diferentes estilos y formatos visuales que logran imprimir un toque de realismo a la historia detrás de Happy End. Haneke combina grabaciones que parecieran tomadas por una cámara de teléfono celular con el footage de las cámaras de seguridad de una compañía constructora. Todo esto aunado al formato widescreen de la cámara del realizador, la cuál en ocasiones se posiciona a una cierta distancia de sus personajes, sin poder escuchar sus diálogos, como si fuéramos testigos de un acontecimiento mundano que vemos por las calles. Es como si éste quisiera mostrar que nuestras vidas están en constante monitoreo, sin privacidad, ya sea a través de lo que publicamos en redes sociales, la vigilancia del gobierno, o la mirada voyeurista de los transeúntes.
Isabelle Huppert y Jean-Louis Trintignant, dos de los fieles colaboradores de Michael Haneke y quienes ya habían compartido créditos como padre-hija en su filme del 2012 Amour (hay quienes consideran que Happy End es una especie de secuela a dicha cinta debido a sus múltiples referencias), brindan un par de sólidas actuaciones en un relato que pese a su relevante crítica social y al característico estilo visual del director no termina por convencer. La manera en cómo los personajes y sus conflictos van desarrollando a lo largo del metraje crean una barrera entre éstos y el espectador. Es difícil conectar con ellos o sentir simpatía por las situaciones en las cuales se ven envueltas. Incluso el único personaje que pareciera mostrar un poco más de humanidad (Eve, interpretada por Fantine Harduin) termina demostrando que la falta de amor y compasión se aprenden desde la infancia.
Pese a no ser fieles seguidores del realizador austriaco, Happy End es uno de sus filmes más accesibles y entretenidos. La secuencia final es sublime y enmarca de forma perfecta las imperfecciones de sus protagonistas. Asimismo, la rendición de la canción Chandelier de Sia, a cargo de Michael Haneke, es algo que no querrán perderse. Una de las escenas más memorables de la cinta. No obstante, su arrebatadora belleza y precisión visual no alcanzan para sustituir la falta de conexión emocional con la historia y sus personajes.
Calificación: ***
Título original: Happy End (Un Final Feliz)
Año: 2017
País: Austria, Francia, Alemania
Dirige: Michael Haneke
Con: Isabelle Huppert, Jean-Louis Trintignant, Mathieu Kassovitz y Fantine Harduin
Haneke y su actriz fetiche huppert .