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Oscar 2022: Un reflejo del caótico mundo en que vivimos

Durante los últimos años, la ceremonia de los premios Oscar ha atravesado por una dura crisis existencial en un intento por adaptarse a los gustos de una nueva generación, acostumbrada a ver el cine como una forma de entretenimiento más que como una manera de expresión artística, y renovarse para lograr mantener su estatus en un mundo donde el streaming ha reemplazado la antigua experiencia cinematográfica. Algunas decisiones en pro del cambio han sido gratificantes, ya sea desde la inclusión de nuevos miembros a las filas de la Academia, hasta el abandono de la frivolidad y las excentricidades que solían caracterizar a este magno evento. Otras, quizá no tanto, pero jamás llegaron a perturbar la parte más sagrada de la tradicional fiesta anual: el amor y el respeto hacia el séptimo arte. Hasta el día de hoy.

En un desesperado afán por reinventarse, por mantener contentos a los ejecutivos de la cadena televisora ABC, y por atraer a una audiencia más joven, los premios Oscar terminaron por darse a sí mismos la estocada final. Un festejo que se vio manchado por la falta de respeto no solo hacia los nominados y ganadores, sino también para el público en general. Una celebración que se convirtió en un reflejo de los caóticos tiempos que vivimos actualmente. Tal vez era demasiado ingenuo de nuestra parte esperar que esta transmisión nos brindara un rato de paz y de esperanza para ayudarnos a escapar, por unas cuantas horas, de las preocupaciones del mundo real. En su lugar, la noche más importante de Hollywood se convirtió en un recordatorio latente de los tiempos tan oscuros, violentos y discordantes que estamos presenciando.

En punto de las 5 de la tarde, hora local en la ciudad de Los Angeles, la ceremonia dio el arranque oficial con un impresionante número musical a cargo de la super-estrella Beyoncé, quien interpretó la melodía Be Alive, una de las cinco contendientes a Mejor Canción Original. Con un estilo visual reminiscente al de su aclamado album Lemonade, Queen Bey nos llevó hasta las canchas de tenis del barrio de Compton, lugar donde crecieron Venus y Serena Williams, para bañarnos en color verde neón y contagiarnos con la energía de las inspiradoras letras de este himno musical – su primera nominación al Oscar.

Desde el inicio de la producción, el amor hacia King Richard, una de las diez candidatas a Mejor Película, fue más que evidente: la introducción a cargo de las hermanas Williams, las constantes referencias a lo largo de la transmisión de las conductoras Wanda Sykes y Regina Hall, y la presencia en primera fila de Will Smith – protagonista y productor del filme – y su esposa Jada Pinkett Smith. Nadie imaginaba el rumbo tan inesperado y agrio que tomaría la noche, el cual terminaría restándole no solo el humor y la energía a la gala, sino también la merecida importancia a uno de los triunfos más anticipados del evento.

A diferencia de años previos, la ceremonia contó con la participación de tres anfitriones principales. Hall y Sykes fueron acompañadas por la actriz y comediante Amy Schumer, quienes aligeraron los ánimos del emblemático Dolby Theater con una divertida rutina que despotricó contra varias de las películas nominadas. Un mal augurio para The Power of the Dog, que fue catalogada de aburrida luego que Wanda bromeara que ha intentado ver la cinta en tres ocasiones y no ha logrado pasar más allá de la mitad. Don’t Look Up, otra producción de Netflix, también fue objeto de burlas por las malas críticas que ésta recibió, las cuales no evitaron que la Academia decidiera darle un espacio dentro de su categoría principal. Las conductoras no desaprovecharon la ocasión para lanzar comentarios en torno a las políticas de estados como Florida y Texas, así como varias puntadas sobre temas sociales de interés actual.

En general, el trabajo de conducción fue algo irregular y su presencia pasó desapercibida durante la última hora de sus casi cuatro horas de duración. El segmento de Sykes en el que recorrió las instalaciones del recién inaugurado Museo de la Academia, aunque divertido y con varias líneas punzantes, sirvió más como una especie de infomercial. Schumer, quien intentó salvar el evento tras el desafortunado incidente entre Will Smith y Chris Rock, acabó compartiendo un momento incómodo con los nominados Kirsten Dunst y Jesse Plemons que simplemente no funcionó. Y Hall, cuyo sketch sobre pruebas de COVID-19 arrancó con el pie derecho, terminó en una serie de manoseos que, de haberse invertido los géneros, hubieran causado gran revuelo en redes sociales de manera inmediata.

La mayoría de los triunfos habían sido anticipados, por lo que no hubo tantas sorpresas en dicho rubro. Pese a ello, tanto Ariana DeBose como Troy Kotsur, ganadores del premio Oscar a Mejor Actriz de Reparto y Mejor Actor de Reparto, respectivamente, por sus interpretaciones en West Side Story y CODA nos brindaron dos de los discursos de aceptación más conmovedores de la noche. DeBose lanzó un llamado a todos aquellos individuos que no encajan en los estándares de la sociedad para seguir luchando por sus sueños, mientras que Kotsur agradeció a la comunidad sorda estadounidense, a sus maestros de teatro y a su padre, el mejor intérprete de lenguaje de señas.

No obstante, por cada momento de alegría que vivimos, también tuvimos que soportar otros en los que el trabajo de edición terminó por succionar toda emoción al evento. Desde varias semanas previas a la emisión, la Academia había anunciado su decisión por hacer entrega de ocho premios mientras la mayoría de los asistentes aún desfilaban por la alfombra roja. Un decreto que causó revuelo – y hasta renuncias – entre varios miembros, quienes tomaron la resolución como una rotunda falta de respeto hacia su importante labor artística. Los ganadores de dichas categorías fueron revelados a lo largo de la transmisión, pero su adhesión fue tan torpe que robó todo suspenso a categorías tan reñidas como Mejor Edición.

Peor aún, el motivo por el cuál dichas categorías fueron retiradas del evento en vivo fue para que éste no sobrepasara las tres horas de duración. No solo la transmisión se excedió por más de cuarenta minutos, sino que además los espacios fueron rellenados por homenajes innecesarios (¿En realidad necesitábamos celebrar los treinta años de White Men Can’t Jump?), números musicales de canciones que ni siquiera estaban nominadas al Oscar (We Don’t Talk About Bruno de Encanto), o largos discursos de presentadores como Kevin Costner, quien tuvo más tiempo para hablar que Ryusuke Hamaguchi, director de Drive My Car, quien fue interrumpido no una, sino ¡dos veces! por la orquesta. Una verdadera falta de respeto para los creadores y los ganadores.

La fiesta, que se jactó de llevar el lema «Movie Lovers Unite», fue también un insulto para los amantes del séptimo arte. Tomemos, por ejemplo, el homenaje al 60 aniversario de la franquicia del agente 007, presentada no por Judi Dench, ni Javier Bardem, ni Rami Malek (todos ellos presentes en el recinto), ni algún otro protagonista de la popular saga, sino por tres figuras del mundo deportivo que no están relacionadas en lo absoluto con el universo cinematográfico de James Bond. O bien, los infames premios votados a través de Twitter que dejaron en claro el nivel de trolleo que existe en redes sociales. Que una de las secuencias de la película Justice League se haya convertido en el momento más emocionante en toda la historia del cine, por encima de grandes clásicos, es algo sumamente deprimente.

Al final de cuentas, la edición número 94 de los premios Oscar pasará a los libros de historia, pero no por el increíble triunfo de CODA, una producción independiente adquirida por Apple, quien se convierte en la primera compañía de streaming en llevarse la estatuilla dorada – una hazaña que Netflix había soñado realizar en los últimos años. Ni por Jane Campion, la tercera mujer en conseguir el premio a Mejor Dirección en casi un siglo. No. Desafortunadamente, esta ceremonia será recordada por el pleito entre Will Smith y Chris Rock, y por el amargo sabor de boca que dejó al resto de la transmisión.

Aunque seguramente habrá cientos de piezas que hablen a detalle sobre lo ocurrido entre ambos actores y comediantes – momento que, por cierto, no fue actuado ni planeado –, solo nos remitiremos a mencionar que ningún acto de violencia física es justificable – ni en el hogar, ni en un bar de comedia, ni en el principal escenario de la magna noche de Hollywood. Tanto Rock tiene la culpa por burlarse de la enfermedad de Pinkett Smith, como el «príncipe de Bel-Air» por darle una bofetada frente a millones de espectadores, poniendo el mensaje de amor y paz que tanto predica la Academia en una verdadera disyuntiva. Smith, quien media hora después recibiría el premio a Mejor Actor por King Richard, arruinó el que sería el momento cúspide de su carrera. Uno por el que tanto trabajó durante los últimos meses y que se vio opacado en un explosivo instante de ira. Su intento por cambiar la narrativa en un extraño discurso que utilizó para defender sus acciones fue incómodo. No hay justificación para la violencia, incluso en nombre del amor.

En resumen, los premios Oscar parecieran haber llegado al punto más severo de su crisis. Y no, no nos referimos únicamente al incidente del que acabamos de hablar. La falta de respeto hacia sus miembros y hacia los espectadores (y ni hablar del montaje de In Memoriam que dio más proyección a los bailarines que a los difuntos) es algo nunca antes visto. Hoy, más que nunca, la Academia se encuentra atrapada en el eterno dilema de «¿renovarse o morir?», y la siguiente decisión que tomen será definitiva. Aún hay oportunidad para salvar su futuro, especialmente ahora que han abierto las puertas a los streamers en su categoría principal. Sin embargo, el camino de aquí al próximo año será uno de lenta recuperación. Como fanático y amante del cine, solo me resta esperar que tomen la mejor decisión.

Aquí pueden consultar la lista completa de ganadores. Dune se coronó con 6 estatuillas, mientras que CODA se llevó los tres premios a los que estaba nominada: Mejor Película, Mejor Actor de Reparto y Mejor Guion Adaptado.

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