La popular franquicia de videojuegos hace su esperado regreso a la pantalla grande con una nueva adaptación cinematográfica, la cual busca mantenerse lo más apegada posible al estilo y al tono de una historia que ha cautivado a millones de fanáticos alrededor del mundo durante las últimas tres décadas. Con una clasificación menos restrictiva que las dos entregas estrenadas en cines en 1995 y 1997, la nueva versión de Mortal Kombat acepta su naturaleza violenta para brindarnos dos horas consecutivas de sangrientas y brutales batallas que si bien complacen a los seguidores más asiduos, fallan al introducir este universo de legados y superpoderes a quienes no crecimos junto a este juego de consola.
Este nuevo reboot nos presenta a un nuevo personaje: Cole Young (Lewis Tan), un luchador de artes marciales mixtas que descubre que la marca de nacimiento con forma de dragón en su pecho es, en realidad, una profética insignia. Resulta que todos aquellos que portan dicho emblema han sido elegidos para representar a la humanidad en un legendario torneo de combate contra seres provenientes de otros reinos, quienes buscan tomar control de la Tierra. Es así como Cole termina uniendo fuerzas junto a Jax, Sonya Blade, Liu Kang y Kung Lao, todos ellos personajes originales del videojuego, para enfrentarse al villano Sub-Zero y sus secuaces en un sanguinario duelo a muerte.
La cinta tiene un prometedor arranque con una fantástica secuencia de acción que funciona a manera de prefacio, introduciendo el épico enfrentamiento entre Hanzo Hasashi y Bi-Han siglos atrás, y conectando la historia del protagonista con un conflicto que lleva años en gestación. No obstante, una vez que Mortal Kombat nos transporta a la época actual, ésta va perdiendo la energía mostrada al inicio del metraje. Personajes carentes de personalidad, diálogos risibles y las malas actuaciones de un elenco sin mucha química restan interés a un relato demasiado plano y sencillo que asume cierta familiaridad con el material original, y que muy apenas logra mantenerse a flote gracias a sus bestiales contiendas.
El diseño de vestuario, las coreografías de artes marciales y los efectos visuales emocionan y cumplen con su propósito. El gore no se siente tan gratuito, sobre todo si lo comparamos con la brutalidad de los controvertidos fatalities del videojuego original, y ayuda a que ésta se distinga de otras adaptaciones que prefieren ablandar sus cualidades con tal de atraer al público infantil y juvenil. Sin embargo, la película pareciera estar más al servicio de sus seguidores que de quienes no estemos tan familiarizados con los personajes, la mitología detrás de cada reino, y las reglas de un torneo que, tristemente, jamás se lleva a cabo. Hay guiños que ciertamente los fanáticos del juego agradecerán, pero que para el resto de los novatos, como uno, pasarán desapercibidos.
Lo más decepcionante de esta entrega de Mortal Kombat es quizá que ésta termina siendo la antesala de un épico enfrentamiento que se anuncia con gran alarde a lo largo de la película, y que desafortunadamente nunca llega. Como pieza única, la cinta no solo se siente inconclusa, sino que el valor y la importancia de sus desafíos y apuestas se deprecian ante la decisión por iniciar una nueva franquicia cinematográfica. Y aunque la película deja el camino preparado para una eventual secuela, ésta no consigue dejarnos lo suficientemente emocionados o involucrados en los conflictos de sus personajes para querer acompañarlos en una siguiente aventura.
Calificación: **
Título original: Mortal Kombat
Año: 2021
País: Estados Unidos, Australia
Dirige: Simon McQuoid
Con: Lewis Tan, Jessica McNamee, Josh Lawson, Joe Taslim, Mehcad Brooks y Hiroyuki Sanada