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Reseña: Arillo de Hombre Muerto – Dead Man’s Switch

Ficha de la película: Título original: Arillo de Hombre Muerto. Título en inglés: Dead Man’s Switch. Año: 2024. País: México. Duración: 108 minutos. Dirección: Alejandro Gerber Bicecci. Guion: Alejandro Gerber Bicecci. Reparto: Adriana Paz, Noé Hernández, Gina Morett, Mariel Molino, Gabo Anguiano y Andrea Jiménez Camacho.

Tras concluir su turno como conductora de la Línea 5 del metro de la Ciudad de México, Dalia Sánchez (Adriana Paz) regresa a casa al filo de la medianoche para descubrir que Esteban, su esposo, no ha llegado de su jornada laboral. Las llamadas a su teléfono móvil la re-dirigen al buzón de voz y ninguno de sus amigos ha visto recientemente al ingeniero mecánico de profesión. Sus compañeros de trabajo, quienes se encargan de brindar servicio de mantenimiento a las unidades del transporte público subterráneo, lo vieron partir después de la hora de comida mientras bromeaba con su característico sentido del humor. Al día siguiente, aún sin señales de su paradero, la protagonista acude a las oficinas de las autoridades correspondientes para interponer una denuncia por desaparición. Su petición es atendida con apatía, ya que todavía no transcurren las 72 horas que solicitan como requisito. Quizá el desaparecido ande de parranda y su teléfono se quedó sin batería o lo extravió en algún lado. O tal vez éste llevaba una doble vida que le incitó a huir de las responsabilidades familiares sin dejar rastro. Sin embargo, nadie mejor que Dalia conocía a su marido para saber que lo que ocurre es algo inusual y que dichas teorías son descabelladas. Ante la incompetencia de la fiscalía, y consciente de la ola de violencia que se vive en el país, la mujer comenzará su propia investigación y no descansará hasta obtener una respuesta definitiva.

Semanas más tarde, cansada de los procesos burocráticos que la llevan de un ministerio a otro como si estuviera atrapada en un laberíntico túnel sin salida, una llamada anónima proveniente del teléfono perdido de Esteban brinda nuevas pistas a la averiguación. Entre visitas a morgues improvisadas, encuentros con organizaciones sin fines de lucro que brindan apoyo a los familiares de personas desaparecidas, y conversaciones con los individuos que su esposo conocía a través de las redes sociales, las estaciones del metro se van convirtiendo lentamente en las estaciones de su propio via crucis. Un calvario asfixiante, lleno de incertidumbre y de remordimientos, que le ha dejado un nudo permanente en la garganta. Una odisea angustiante cuya causa de lucha resulta indiferente a la mirada de las autoridades y de la sociedad.

Evocando al cine noir a través de su fotografía en blanco y negro, su constante juego de sombras y sonidos, y su tenebrosa música, Arillo de Hombre Muerto (Dead Man’s Switch), el tercer largometraje del director mexicano Alejandro Gerber Bicecci, recorre las entrañas oscuras de un país donde la justicia se ha convertido en un concepto ausente. Un sistema corrupto e impune de investigaciones a medias, de casos sin respuesta, de crímenes sin culpables. Una sociedad complaciente y poco empática que ha normalizado la violencia, esquivando la mirada a los problemas que aquejan a los demás. Una cinta cuyas efectivas atmósferas transmiten el peso de la opresión, la inquietud y la desesperación que cargan sus personajes, mientras se desplazan por las vías del metro, sin el poder necesario para frenar o cambiar el rumbo del vagón que la vida les ha asignado.

Adriana Paz, quien recientemente se convirtió en la primera actriz mexicana en recibir una presea en el prestigioso Festival de Cannes por su trabajo en el drama musical Emilia Pérez, cautiva gracias a una audaz, poderosa y conmovedora interpretación que refleja el dolor y la desilusión de Dalia a través de su mirada profunda. Noé Hernández y Gina Morett complementan el reparto de la cinta, cuya ambivalencia, por desgracia, termina restándole fuerza emocional a su mensaje central. En su afán por brindarnos un final abierto, hay situaciones que se nos presentan, como la infidelidad de la protagonista o la pugna sindical que ésta encabezó, las cuales pretenden añadir un toque extra de sospecha al tema de la desaparición, que son exploradas ligeramente y dejan más interrogantes que respuestas. Asimismo, la falta de mayor contexto en las motivaciones de sus personajes secundarios hace que algunas de sus acciones resulten inesperadas. Por ejemplo, la suegra de Dalia, interpretada por Morett, quien pasa de ayudarle financieramente con un puesto ambulante de quesadillas a ponerla en contra de sus hijos de forma súbita, o bien, estos últimos, quienes jamás demuestran un grado de consternación por la ausencia de su progenitor.

Arillo de Hombre Muerto sale avante tanto por su interesante ejercicio visual y sonoro, como por la absorbente actuación de Paz, quien, a través de sus expresiones, torna la mirada al espectador, observándolo fijamente e invitando a uno a abandonar el estado de desidia que nos ha llevado a vivir presas del miedo y de las injusticias. Una indiferencia que nos condena a la oscuridad de los conductos subterráneos, recorriendo en bucle infinito el mismo camino de aflicción y desesperanza, y privándonos de descender en ese anhelado destino de luz, alegría y libertad.

Arillo de Hombre Muerto (Dead Man’s Switch) forma parte de la edición 39 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), efectuada del 7 al 15 de junio del 2024, y compite por el Premio Mezcal.

(2.5 estrellas de 4)

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