Cuando el misionero Thomas (Ty Simpkins) arriba al domicilio de Charlie (Brendan Fraser) durante un día lluvioso, éste encuentra más que a un hombre en necesidad de salvación espiritual. Postrado en el sillón de su sala con un fuerte dolor en su pecho, lo que el protagonista requiere de inmediato es atención médica. Agitado, le insiste al joven en leerle un breve pasaje de un ensayo sobre la obra literaria Moby-Dick, un escrito al cual recurre cada vez que sufre de un episodio de pánico. Con la presión arterial totalmente descontrolada, resultado de la obesidad mórbida que padece, su pronóstico de vida luce desolador. «Insuficiencia cardiaca congestiva», le comunica Liz (Hong Chau), su mejor amiga y el único contacto que éste tiene con el mundo exterior, fuera del grupo de estudiantes a quienes imparte clases de Inglés de forma virtual. Su apartamento es el único espacio seguro donde aún puede ser él mismo sin recibir los constantes insultos y burlas de una sociedad que lo tacha de inhumano por su aspecto físico.
Con los días contados, Charlie ha decidido re-abrir las dolorosas heridas de un pasado que le llevó por un espiral de auto-destrucción en el que ahora se encuentra atrapado. Luego de haber desaparecido de su vida por casi una década, el hombre contacta a su hija Ellie (Sadie Sink), una adolescente rebelde que se rehúsa a perdonarlo por todo el daño que le ocasionó su abandono, para intentar remendar su relación. A pesar del sufrimiento, del rechazo y del odio que ha sido víctima durante los últimos años, y que eventualmente lo empujaron al aislamiento total, el protagonista guarda cierto optimismo en su interior y busca demostrar, previo a morir, que aún existe la bondad y la empatía en este gris y cruel mundo.
En el transcurso de cinco días, los personajes convergen en el mismo espacio cerrado, elevando el nivel de tensión al máximo y mostrándonos no solo un lado malvado de la humanidad, sino también haciéndonos cuestionar esa incesante obsesión que tenemos de querer salvar a alguien. Confundimos la compasión con la condescendencia y olvidamos que nadie está exento de cometer errores ni de tener defectos. Todos somos almas rotas en busca de compañía que, consumidas por los traumas e inseguridades que cargamos en nuestro interior, creemos que la honestidad debe herir y que el amor debe doler para ser auténtico.
Desgarradora e incómoda en ratos, The Whale (La Ballena) adapta la obra de teatro homónima de Samuel D. Hunter a la pantalla grande bajo la incomparable dirección de Darren Aronofsky (mother!, Requiem for a Dream), quien, a diferencia de sus proyectos previos, reduce la escala a un chamber drama que sobresale por su intimidad y aspereza. Una experiencia claustrofóbica que es reflejo del estado físico y emocional del protagonista, un hombre que no solo se encuentra inmovilizado y atrapado en su propio cuerpo, incapaz de disfrutar de los placeres más simples de la vida, sino que además está atado a las trágicas memorias que han ido arrebatándole todo destello de esperanza.
Tras una prometedora carrera protagónica a finales de los años noventa, Brendan Fraser tomó un breve receso que lo apartó de los reflectores de Hollywood. En The Whale, éste hace su retorno triunfal de una manera extraordinaria. Así como Aronofsky re-introdujo al actor Mickey Rourke en The Wrestler en el 2008, ahora le corresponde hacerlo con Fraser, quien a pesar del maquillaje y las prótesis que porta, da vida a Charlie con una entrega total que estruja y conmueve a lo largo de los 117 minutos del metraje. Brendan nos brinda su mejor actuación a la fecha, y una que seguramente marcará el resto de su trayectoria.
El resto del elenco realiza una labor formidable, complementando la interpretación de Fraser a la perfección. Hong Chau ofrece una gran actuación secundaria como la única confidente de Charlie, mientras que Sadie Sink consigue transmitir los distintos matices de uno de los personajes más complejos de la cinta, llevándonos del odio a la compasión en cuestión de minutos. En cuestión técnica, sobresale el trabajo de fotografía de Matthew Libatique, uno de los consentidos del director, la estremecedora música de Rob Simonsen, y la revolucionaria mezcla de maquillaje con efectos especiales para lograr una efectiva transformación que representa también el peso emocional con el que carga el personaje protagónico.
Al igual que en sus filmes previos, Aronofsky dividirá opiniones con The Whale. Habrá quienes encuentren algunos detalles demasiado incómodos e incluso gratuitos en el afán de generar una fuerte reacción por parte del espectador. En nuestro caso, The Whale nos atrapó desde el primer segundo en su sofocante atmósfera cuasi teatral y en su melancólico viaje de auto-destrucción en su camino hacia la redención. Una experiencia visceral que provoca todo menos indiferencia, y que cuestiona las imperfecciones de la condición humana y la incapacidad de establecer vínculos ante las caretas que usamos para ocultar nuestros secretos y vulnerabilidades.
The Whale formó parte de la programación del Festival Internacional de Cine de Toronto 2022. La película estrenará en cines selectos de Estados Unidos a partir del 9 de diciembre del 2022.

Título original: The Whale (La Ballena)
Año: 2022
País: Estados Unidos
Dirige: Darren Aronofsky
Con: Brendan Fraser, Sadie Sink, Hong Chau, Ty Simpkins y Samantha Morton